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Reportaje:

La 'partitocracia' económica

La candidatura de Valls refuerza en la Cámara de Barcelona el poder de los sectores tradicionales

Las elecciones a la presidencia de la Cámara de Comercio e Industria de Barcelona entran en la recta final tras un duro invierno que ha servido para forjar alianzas. Miquel Valls, el candidato oficialista, ha tejido una urdimbre que levanta perplejidades. Propulsado por la máquina silenciosa del célebre bufete de la calle de Maestro Nicolau propiedad de Ramon Masià y Miguel Tejeiro -ambos estrenarán escaño en la cámara a partir del 7 de mayo-, Valls ha reunido ya más de 40 votos del total de los 69 miembros del nuevo plenario, encargados de elegir presidente por sufragio directo y secreto.

Valls es un empresario sin apenas perfil público pero sobrado de respaldos. Los principales apoyos del hombre que presumiblemente gobernará la cámara provienen del pasado o pertenecen a una amalgama de sectores tradicionales, entre los que se encuentran el mutualismo, la construcción, las grandes superficies y la hostelería. El primero de estos apoyos corresponde a Josep Lluís Torra, el consejero delegado de Agrupació Mútua y presidente de Bankpime. Junto a Torra, que ocupará en el plenario la representación de Medisup, una filial de Agrupació Mútua, se encuentran su socio, el constructor Enric Reyna (Inmobel); Carmelo Olmo, especialista en recursos humanos, y Josep Cercós, ex presidente de Winterthur, repescado para las nuevas listas camerales a cambio de un plus de fidelidad a la candidatura oficialista.

Valls se apoya en Josep Lluís Torra, un mutualista reconvertido en banquero
José Antonio Castro, de Hesperia, nuevo 'midas' de los negocios inmobiliarios y hoteles

La construcción y la hostelería, dos ramos siempre concomitantes cuando se trata de cuotas de poder, acompañan asimismo el viaje presidencialista de Valls. En el primero de estos sectores destaca José Antonio Castro -patrón de Construcciones J. Castro-, especialmente conocido en Barcelona como dueño de la cadena hotelera Hesperia, muy implantada en los entornos urbanísticos de nueva expansión, como Diagonal Mar y Gran Via Sur.

En la primera etapa de la cadena Hesperia, Castro y Joan Gaspart, que entonces era socio y consejero de la misma empresa, mantuvieron un duro enfrentamiento que acabó en separación. Sin embargo, transcurridos varios años, Gaspart, el hombre fuerte del Gremio de Hoteleros, ha encontrado acomodo en la cámara para su competidor. Así, a través de la candidatura de Valls, Gaspart seguirá mandando -el dueño de Husa ya heredó de su padre una posición muy influyente en la cámara- y a cambio consiente en dar luz verde al ascenso de Castro, que se perfila como vocal del futuro comité ejecutivo de la entidad.

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Al constructor le acompañan los representantes de empresas de su órbita -Desjust, Centurión Playa, Metropolitan y Emilio Segarra-, mientras que, por su parte, el hotelero contará con su propia firma, Husa, y con otras del mismo entorno, como Banquetes Reunidos, Closa Alegret (propiedad de Francesc Closa, primo de Gaspart) y la constructora Santa Eulàlia, del empresario Lluís Sans.

A la cámara vuelven pues los de siempre: Gaspart y Reyna, acompañados en esta ocasión de Josep Lluís Torra, un mutualista reconvertido en banquero, y José Antonio Castro, el nuevo midas inmobiliario, cuyo ascenso a la cumbre de los negocios observan con inquietud sus competidores, Habitat y Núñez y Navarro.

Pero, además de acoger a los que vuelven, la renovación de los órganos de gobierno de la Cámara de Comercio de Barcelona refunda el poder de algunos supervivientes. Entre estos últimos, destaca Josep Lluís Basáñez, presidente de Caprabo y vicepresidente de Fomento del Trabajo Nacional. La gran patronal, representada precisamente por Basáñez, concurre a las elecciones como aliada de Valls, aunque al primero se le atribuye la pretensión de querer ser un futuro vicepresidente dotado de poderes ejecutivos. Los más perspicaces comparan la futura presidencia de Valls, dotada de vicepresidentes activos -Basáñez, Torra y Josep González-, con la que desempeñó hace muchos años Josep Maria Figueras, acompañado por Eduardo Bueno (Ibusa) y Juan Antonio Burés (Cros). Y comparan este modelo con el del presidente saliente, Antoni Negre, con un marcado carácter ejecutivo y flanqueado por el sello menos beligerante de sus vicepresidentes Enric Crous (Damm) y Josep Lluís Jové (Agbar).

La foto fija de los recambios proyectados por la candidatura de Valls indica una posible pérdida de influencia por parte de la institución. De acuerdo con opiniones recogidas en medios universitarios y en los foros de opinión, la Cámara de Comercio de Barcelona puede sufrir una quiebra del respaldo moral que, a fin de cuentas, apuntala su responsabilidad consultiva. Las voces críticas contra la candidatura considerada única -el otro candidato, Joaquim Molins, mantiene un discreto silencio- señalan que Valls, antes de presentar su programa, se ha dedicado a repartir cargos, al estilo de la partitocracia, un concepto que señala el excesivo poder de los partidos políticos frente a los órganos legislativos.

Nadie entiende un plenario en el que faltarán, por ejemplo, Albert Costafreda (Panrico) y Joan Molins (Cementos Molins). Pero sobre todo, lo que ha levantado la voz de alarma es la lista para el plenario presentada por las patronales (Fomento y Pimec-Sefes) tras el pacto con Valls. En esta lista figuran Emilio Cuatrecases, próximo al ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, y el militante del PP Enrique Lacalle, propulsado por su éxito al frente del Consorcio de la Zona Franca. Sin embargo, algunos de los elegidos apenas cumple la cuota de representatividad exigida en los estatutos de la cámara.

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