'Creo que me he ganado la jubilación'
¿Un anuncio de retirada? A sus 66 años, Joaquín Peiró, el entrenador de más edad de la Primera División del fútbol español, aún no ha decidido si continuará o no el curso que viene, pero dice que ya piensa en la jubilación y que todo lo que tenía que hacer está en Málaga, en el Málaga.
Y no ha sido mala cosa. Llegó en 1998 para hacerse cargo de un equipo recién ascendido a la Segunda A, lo colocó en la Primera con autoridad y lo ha mantenido en ella tres temporadas pese a las descapitalizaciones: tras la primera, se vendió a Catanha; tras la segunda, a Rufete, Movilla, De los Santos y Agostinho.
Esta trayectoria le ha compensado de su triste experiencia de agosto de 1990, cuando Jesús Gil le destituyó de su Atlético una semana antes de la Liga tras perder en el trofeo Carranza. Fue un despido 'de mala manera', pero asegura que no le dejó amargura porque él había cumplido: sustituyó a Javier Clemente en la anterior y clasificó al cuadro para la Copa de la UEFA.
'Si llego con humor al final del torneo, seguiré. Si no, me iré a casa. Dependerá de la alegría'
'Es el momento de que el club empiece a pensar en metas más altas'
Pregunta. Parece que tiene usted algo de milagrero.
Respuesta. No creo en los milagros. Puede haberlos un día. Pero aquí, en el Málaga, hay una continuidad. La plantilla y los técnicos han aportado mucho. Hemos trabajado duro y muy unidos. Hemos sabido aguantar los momentos delicados. Ahora estamos recibiendo un pequeño premio, pero aún no hemos conseguido nada.
P. Lo de esta campaña es especialmente meritorio. El equipo llega a la recta final con posibilidades de clasificarse para la Copa de la UEFA pese a su desmantelamiento previo.
R. Es normal: los equipos pequeños dependen de una economía corta, los presupuestos son altos y tienen que vender. Este club es una sociedad mercantil y mandan ellos [los directivos]. El entrenador tiene que obedecer. Claro que en el verano me enfadé un poco y me manifesté. Pero, nada más empezar la pretemporada, dejé de hablar y me metí en el trabajo. Sabía que con los jugadores que había tenía que hacer un equipo. Me habían roto el centro del campo, la columna vertebral. Pero han salido bien las cosas gracias al gran trabajo y esfuerzo de todos los jugadores.
P. Ha habido momentos malos. Pero siempre se mostró confiado en que en el último tramo se iría hacia arriba
R. Esto es como una planta: se siembra, se cuida y hay que esperar que crezca. Casi siempre en la segunda vuelta lo hemos hecho mejor. La planificación va encaminada a que el equipo tenga un máximo de condiciones, pero no en los primeros partidos. En Navidad no estaba a buena altura. Ahí empezaron las críticas y hubo que soportar de todo. Hoy todo son abrazos y piropos. Pero ni antes ni ahora me hacían mella. Ya son muchos años. Agradeces los piropos y soportas las críticas lógicas. Es de agradecer la paciencia que ha tenido el club. En los cuatro años que llevo aquí nunca ha tomado decisiones precipitadas. Ha tenido confianza en mí y nos ha dado tranquilidad.
P. Se lamenta de que los clubes se hayan convertido en sociedades mercantiles. ¿Lo cree perjudicial para el fútbol?
R. No es perjudicial, es que se ha afrontado la gestión económica. Las taquillas no pueden cubrir los presupuestos. Las televisiones han aportado muchísimo dinero. Si no, los jugadores no cobrarían lo que cobran. Algunos clubes se están beneficiando. Otros están sufriendo. Pero hay equipos que están vendiendo tres o cuatro jugadores cada año y tienen una economía saneada. El Málaga debía mucho dinero y ahora ya no debe ni un euro porque ha aprovechado el momento del ascenso y del mantenimiento en la categoría para sanearse.
P. ¿Pueden esos planteamientos causar el distanciamiento de la afición?
R. No. La afición ve lo que ocurre en el campo. El juego es lo que marca las diferencias. Si el equipo está bien, a la gente le da lo mismo quién es el propietario, si se es una sociedad o un club aficionado. Hay muchas personas que tienen acciones y no van al fútbol igual que yo puedo tener acciones de Telefónica y no entender un carajo de teléfonos.
P. Pero la afición se manifestó contra la venta de Movilla.
R. Pero hay un porcentaje muy elevado que comprende que un club pequeño debe hacer estas operaciones para mantener al resto. Es mejor vender a dos jugadores y tener a 25 contentos que tener a 25 buenos que no puedan cobrar. Los resultados marcan. Juegues mal o bien, si ganas no pasa nada. Se ha criticado mucho al Madrid de Múnich, pero si hubiera ganado no habría habido una sola crítica a pesar del segundo tiempo que hizo. En esta categoría es igual. En Navidad llegaba a un sitio y me miraban como a un bicho raro. Ahora todos me invitan a un cafetito.
P. ¿Ve al Málaga en la Copa de la UEFA?
R. Nos quedan compromisos muy peligrosos, ante cuadros que se están jugando la permanencia o el título. Es un calendario ingrato. Pero muchas veces ves una cosa difícil y la ganas. Otras, la ves fácil, te confías y te llevas el varapalo. Por eso digo que hay que ir pasito a pasito. Creo que hay una posibilidad importante. El Málaga va de menos a más. Ha cogido una firmeza que no tenía. Otros están yendo a menos. Lo que ocurre es que no hay enfrentamientos directos con ellos.
P. Al menos, ¿está el Málaga consolidado en Primera?
R. Hemos hecho mucho en estos años. Hemos ganado seguridad. Es el momento de que el equipo empiece a pensar en metas más altas. Pero para eso no debemos traer jugadores de cierta valía, sino importantes de verdad. A ver la decisión que toma la sociedad: si vende o compra.
P. De momento, parece que Darío Silva será traspasado.
R. Según los periódicos, lleva no sé cuánto tiempo vendido, Pero le tenemos aquí todavía.
P. ¿Seguirá usted?
R. No sé si éste me ayudará o no. Tengo que andar con cuidado. Son ya 66 años.Ya veremos. Aún no he tomado la decisión. Abril es un buen momento. Si llego con humor al final del campeonato, continuaré. Si no, me marcharé a casa.
P. ¿Dependerá de la clasificación final?
R. Dependerá de la alegría. Yo no entro en un sitio con dudas, sino convencido.
P. Y, con los precedentes, no parece que pueda fiarse de la directiva. Le prometieron unos refuerzos que nunca llegaron.
R. Si es que no podían comprar. Habían vendido para recibir un poco de dinero y cubrir el presupuesto. Lo que compraron es normal que fueran cosas muy ligeritas. Yo pedí un central, un medio y un delantero y me los trajeron, pero no los que había pedido. Pido un mercedes y me traen un seiscientos. Claro, pedí un coche y me trajeron un coche. Pero luego hay que en la fórmula 1. No todos los años se tiene la misma seguridad y la misma fortuna.
P. ¿No le apetece dar el salto a un equipo más ambicioso?
R. Lo pude hacer el año pasado y el anterior, pero ya le había dado mi palabra a Fernando Puche de seguir en el Málaga y la respeté. Ya es tarde para mí. Todo lo que he hecho y lo que voy a hacer está aquí. Creo que me he ganado la jubilación bastante bien. A ver si disfruto un poco de todo el desembolso que he hecho a la Seguridad Social.
P. Y en esta recta final vuelve a surgir la polémica arbitral.
R. El otro día vi una clasificación por goles anulados y estábamos los quintos. Nos han anulado algunos importantes, como el otro día contra el Rayo. Pero esto, a lo largo del torneo, les sucede a muchísimos equipos. Yo comprendo a los árbitros. Deben tomar decisiones de inmediato y a veces están tapados. Luego, tú ves la jugada en televisión, cómodamente y una y otra vez.
P. ¿Cree, entonces, que no hay actitudes diferentes según la clase de los equipos?
R. Los colegiados tratan a todos igual y tienen un buen nivel. Lo que pasa es que un error suyo en un momento crucial rompe todo el trabajo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.