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Reportaje:

El misterio de Irache

La policía lleva desde 1999 detrás del asesino de una mujer de 20 años

F. Javier Barroso

Han pasado casi tres años y la policía desconoce aún quién asesinó a Irache Ibáñez Álvarez, una joven de 20 años que murió cosida a puñaladas el 8 de mayo de 1999 en Torrejón de Ardoz. El caso se ha convertido en un reto para el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía. Los investigadores han rastreado palmo a palmo en la vida de la fallecida y estudiado sus últimas horas para encontrar al culpable. Ha sido en vano. Todos los indicios apuntan a un ex novio de la joven, pero de momento nadie le ha podido incriminar.

El cadáver de Irache Ibáñez fue encontrado por unos vecinos de la calle de Berlín, en el parque de Granada de Torrejón, alrededor de las ocho de la mañana. El cuerpo presentaba 39 puñaladas efectuadas con un estilete de hoja estrecha y unos 15 centímetros de longitud por el pecho y la espalda. La herida mortal le entró por el pecho y le afectó el pulmón. Estaba casi desnuda: tan sólo llevaba puesto el sujetador y los calcetines.

La huella de una pisada encontrada en el lugar del crimen es un elemento clave

La primera labor de los investigadores de Homicidios consistió en reconstruir las horas anteriores al crimen. Ese día había quedado con su pandilla de amigos. Entre ellos se encontraba el ex novio, un vecino de Torrejón de Ardoz con el que había roto unos meses atrás. Estuvieron en el pub Class. Tras tomar unas copas, decidieron marcharse a la discoteca Nodo, situada en la calle de Budapest, a unos centenares de metros del bar de copas. Irache se marchó de esta discoteca alrededor de las 4.15, según el testimonio de sus amigos y del ex novio. En el camino se topó con algunos amigos y éstos la encontraron enfadada. A partir de ahí, nadie más la vio con vida.

Una media hora más tarde, su ex novio se montó en un coche con otros dos amigos para ir a casa de Irache, tras asegurar a sus colegas que estaba preocupado porque la joven nunca se iba sola a casa. A mitad de camino cambió de opinión y se bajó del automóvil, según declaró a la policía. Decidió acudir a pie a casa de su ex novia. Antes fue identificado por una patrulla de la Policía Local de Torrejón de Ardoz que se encontraba allí por un asunto menor (un coche en segunda fila). La patrulla reclamó el DNI al joven, que no tenía nada pendiente. Le dejaron marchar.

Minutos después llamó al portero automático de la casa de Irache. Preguntó por ella. El padre respondió que su hija no había regresado a casa. A partir de ahí, surgió la voz de alarma. Eran las cinco de la madrugada. El análisis forense determinó que Irache había fallecido en el lugar donde fue hallada, entre las 4.15 y las 5.45. El alto número de puñaladas demostraba, además de ensañamiento, cierto trasfondo pasional o psicótico.

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La policía interrogó a todos los amigos. Se centró en especial en el novio, que siempre negó tener relación con el asesinato. La policía registró la vivienda del joven. Tan sólo halló la camisa blanca que llevaba puesta, pero lavada. Además, las versiones de los diferentes amigos coincidían en la mayoría de los detalles. Sus testimonios acusaban a otro novio de Irache, al que supuestamente habían visto montado en su coche los días previos al crimen. Este joven, vecino de Villaverde, fue sometido a una estrecha vigilancia durante semanas. Sin éxito, ya que tenía una coartada perfecta: había estado con otros amigos a kilómetros de distancia de Torrejón de Ardoz.

El análisis de las muestras recogidas en la escena del crimen efectuado por la Brigada de Policía Científica tampoco arrojaron más detalles. La joven no fue violada y no había rastros incriminatorios en la zona. Queda pendiente encontrar el arma homicida. La huella de una pisada de bota encontrada en el lugar del crimen es un elemento clave, pero aún no ha servido de nada. 'Resulta raro que nadie viera ni oyera nada cuando la muerte se produjo justo debajo de un balcón y pegado a un edificio. Además, algunos vecinos dormían con las ventanas abiertas', explica un inspector de Homicidios.

La policía abrió al día siguiente del homicidio un teléfono gratuito (900 100 091) para recoger los testimonios que pudieran aportar algún dato que ayudara a resolver el caso. Hubo llamadas, pero infructuosas. 'Cualquier pequeño detalle puede darnos la clave', señala el inspector.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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