La lista del de las papas
Un acusado por vender cocaína tenía una detallada relación de sus clientes en un pueblo de Sevilla
Empezaron los huesos de animal, le siguieron las garrotas que se convirtieron en sofisticados fusiles y rifles, pero como fuente de temor, un trozo de papel -nada extraordinario, un recuento de cobros y deudas- se ha convertido en el pueblo sevillano de San José de La Rinconada en una verdadera amenaza para muchos. Hay que decir que la lista contenía las compras (y las deudas contraídas con el vendedor, en ocasiones de hasta más de 6.000 euros) que varios ciudadanos con posibles de la localidad y de otras circundantes, incluida Sevilla, habían hecho de gramos de ala de mosca. No es el ingrediente para la pócima de ninguna bruja, sino cocaína de la mejor, en copos de reflejos iridiscentes y que cuesta hasta 72 euros por gramo.
El supuesto traficante registraba los datos de sus compradores en fichas, algo que le ha llevado a la cárcel ya que no se encontró droga en su casa
El supuesto vendedor es conocido en el pueblo como Joselito el de las papas. La Guardia Civil cree que este hombre, en la mitad de la veintena, llevaba vendiendo la droga desde mediados de los noventa. De hecho la calidad del producto, su carestía -que constreñía el círculo de clientes a gente pudiente y, por lo tanto, ansiosos de discreción sobre sus hábitos- y su meticulosidad eran sus avales. Pero... también fueron su perdición.
La Guardia Civil recibió un chivatazo. Por orden judicial registraron su casa y no hallaron nada más que unos restos de cocaína. Nada para imputar y mucho menos encarcelar a nadie. Pero durante el registro de la casa de Joselito el de las papas, su madre cometió una equivocación: cuando los agentes estaban inspeccionando infructuosamente el domicilio en busca de los estupefacientes que sospechaban que allí había, ella se apresuró a abrir un mueble y a meterse un fajo de papeles bajo la bata, según aseguran fuentes que han tenido acceso al expediente judicial.
Y es que esos papeles que la madre de Joselito el de las papas escondía en su ropa interior eran los registros contables (y detallados) sobre las compras y los pagos que realizaban sus clientes. El juez cree que de cocaína, aunque el acusado asegura que se trata de patatas o incluso de peonadas de los trabajadores de su finca. Sin embargo, los nombres que encabezaban las pulcras fichas no eran de trabajadores, sino de propietarios de comercios, médicos y algún que otro político. Y, siempre según lo que cree el juez, la p que figuraba en las listas de compra no eran ni bolsas de papas ni jornadas de trabajo en el campo, sino papelinas de un gramo de ala de mosca.
El arresto de este hombre y del que supuestamente le hacía de correo se produjo sin encontrar ningún alijo, pero la investigación sobre las fichas desveló las identidades de los compradores que, cuando fueron llamados a declarar en su gran mayoría admitieron haber comprado cocaína a Joselito el de las papas o a su correo. Una cosa es consumir cocaína y otra enfrentarse a la Justicia, y la gran mayoría de los llamados a testificar pidieron acogerse a la protección otorgada a los testigos, según fuentes cercanas a la instrucción, y admitieron su hábito y señalaron a quién le compraban la sustancia que se lo satisfacía.
El hombre detenido, y también encarcelado preventivamente por orden judicial, por ser el correo en los trapicheos de droga -los clientes querían discreción y solían hacer los pedidos con una llamada de teléfono móvil para concretar una cita en un lugar discreto e, incluso, a domicilio- negó ante el juez tener ningún conocimiento sobre el contenido de los sobres -'facturas', según su versión- que repartía a diario y personalmente con su automóvil.
El juez dirá, pero el pueblo también ha dicho y las famosas fichas ya tienen hasta su propio mote: La lista de Schlinder. Las chanzas son frecuentes. En cuanto un guardia entra en un bar, siempre hay alguien que le pregunta a quién viene a detener.
La meticulosidad de Joselito el de las papas ha desvelado una cara del consumo de drogas que se aleja de los cánones, siempre maniqueos, de marginación o amoralidad. Es una opción, algo en lo que se sumergen muchos. Incluso entre los más favorecidos por la vida. Precisamente, a los que más miedo les da la lista del de las papas.
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