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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La muerte de Billy Wilder

Querido Billy: yo era sólo un niño cuando mi profesor decidió un día que debíamos ver Un, dos, tres. Recuerdo muy bien esa clase porque fue la mejor de mi vida, y no exagero al decir que contigo descubrí lo que llaman la magia del cine. Después de eso perseguí tus películas por los videoclubes de medio mundo, vi Primera plana con mi padre, Testigo de cargo con mi novia, Un traidor en el infierno con mis amigos; en fin, he compartido tus películas con la gente que quiero y por eso cuando oí la noticia de tu muerte me quedé realmente jodido.

Me has hecho reír, llorar y disfrutar con tu mala leche y he odiado (aún más) a esos tontos con corbata de Hollywood que te prohibieron por decreto volver a hacernos gozar de tu cine. Pero ahora, estés donde estés, espero que vuelvas a rodar otra vez, que te corras una juerga de mil demonios con Jack y Walter (que deben de estar pegando saltos de alegría) y, por favor, no te olvides de besar a Marilyn de nuestra parte. Gracias por todo, viejo amigo, y descansa en paz. Aquí ya te echamos de menos.- Toni García Ramón. Mataró, Barcelona.

Inició su carrera en el exilio, como tantos cineastas europeos, huyendo de la represión nazi. Con alguna experiencia como guionista y colaborador de talentos como Lubitsch y Hawks, calientes aún las brasas de la guerra, ese judío vienés, menudo y socarrón, poseído de una prerrogativa luminosa, llegó a la maestría en el arte de contar historias a 24 imágenes por minuto con la esmerada meticulosidad de un orfebre y el genio de un creador nato. En sus obras se sustanciaría lo mejor que nos ha dado el cine: la comedia, el drama, la tragedia... los griegos puestos al día, corregidos y aumentados. Su filmografía constituye un legado impaga ble, con títulos tan señeros como El gran carnaval, Testigo de cargo, El crepúsculo de los dioses, Sabrina, El apartamento, Con faldas y a lo loco... Afirmar, como lo hace uno de sus personajes, que nadie es perfecto, es más que dudoso. Uno, que también se quita el peluquín porque con el sombrero no basta, cree que en todo caso hay excepciones. Billy Wilder, por ejemplo.- Jordi S. Berenguer. Barcelona.

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