_
_
_
_
_
Gabriele Burgio | PERFIL

Un italiano reservón

Está en España desde 1993, pero todavía hay un montón de expresiones que no es capaz de decir en castellano con la rapidez con la que le gusta hacer las cosas. Para Gabriele Burgio, nacido en 1954 en Florencia, al día le faltan horas.

Burgio pilota la cadena hotelera NH desde junio de 1999, tras una convivencia en la gestión que resultó imposible con el fundador de la firma, Antonio Catalán, que decidió abandonar la marca. Desde entonces, NH ha seguido una política de crecimiento sin cara ni ojos, alejada de los personalismos. 'Es injusto personificar el éxito empresarial que está teniendo NH en alguien, porque tras el mismo hay muchos talentos', dice.

Si por Burgio fuera, ni su nombre, ni su imagen, saldrían en los medios de comunicación. Es algo que le horroriza, y se le nota, pese a que comprende que aparecer en público de vez en cuando forma parte de las obligaciones del presidente ejecutivo de una empresa que cotiza en Bolsa y que se ha convertido en una pequeña multinacional. En los últimos cinco años, NH ha iniciado un fuerte proceso de expansión internacional que la ha llevado a estar presente en 18 países, a emplear a 10.000 personas y a facturar 940 millones de euros. Ese proceso de internacionalización llena de orgullo a Burgio, que todavía recuerda el día en que NH decidió dar el paso al exterior. 'Emprender ese camino fue muy importante y en él nos hemos ido encontrando con buenos socios'. Uno de los que se han incorporado recientemente a la cadena ha sido Amancio Ortega, dueño de Inditex.

La internacionalización, emprendida al principio con cautelas, ha tenido tres hitos importantes. El primero, cuando NH compra en 1999 la cadena holandesa Krasnapolsky, con 60 hoteles; la compra en junio de 2001 de la mexicana Krystal, con 14 hoteles, y la reciente adquisición de la alemana Astron, con 53 hoteles. En total, NH tiene ya 237 establecimientos abiertos y 34 proyectos en construcción.

Burgio dice que le gustaría tener más tiempo para ocuparse de todos los detalles de los hoteles, pero le es imposible. Antes, cuando se alojaba en alguno de ellos, lo hacía de incógnito, 'pero ahora es una estrategia que ya no vale', comenta 'porque me conocen'. Viaja unos 90 días al año. Si donde se encuentra hay algún hotel de la cadena, pernocta en él. Si no hay, va cambiando de cadena 'para coger cultura hotelera', dice, 'porque lo peor en un negocio es pensar que se sabe todo y se tienen las claves del éxito'.

SCIAMMARELLA

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_