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Entrevista:RENÉ JACOBS | Director de orquesta y cantante

'Farinelli, el castrado, era un gran exhibicionista'

Ya van pasando sus días de contralto. 'Canto muy poco, algún concierto con repertorio barroco', dice René Jacobs (Gante, 1946). Pero este belga sí tiene presente y futuro como director de orquesta, profesión en la que se ha convertido en referencia de algunos compositores como Haendel o Monteverdi. Ahora saca un disco con arias del mítico Farinelli, el castrado, con Vivica Genaux, una mezzosoprano natural de Alaska, para la que Jacobs guarda su mejor colección de piropos: 'Es tan sana que no parece cantante'.

Para preparar el disco Arias para Farinelli, Jacobs ha buscado piezas compuestas por Porpora, Giacomelli y el hermano del artista, Carlo Broschi. Hay dos que se compusieron en Madrid, donde Farinelli recaló largas temporadas para servir de analgésico al rey moribundo Felipe V, a quien su imitación del sonido de los pájaros calmaba el dolor. 'Después de su carrera triunfante por Italia, Dresde y Londres, Farinelli viajó a Madrid para cantar en la corte', cuenta Jacobs. En España llamaba la atención su gran potencia: 'Su voz era de soprano y contralto, registros en los que alcanzaba las notas más difíciles. Su vibrato era perfecto, pero pecaba de otras cosas, era un gran exhibicionista, aunque muy conmovedor', asegura el director amante de la moderación en el escenario, aunque con cierto aspecto de pillo por su pelo revuelto y sus gafas tras las que esconde mirada verde vivaracha.

'Haendel busca en los oratorios el camino que no podía desarrollar en la ópera'

'Farinelli estaba comprometido con los compositores que le regalaban sus piezas, sobre todo su hermano, pero admiraba a Haendel sobre todas las cosas y éste nunca compuso para él', afirma Jacobs. Poco ha tardado en sacar a relucir en la conversación su pasión por el compositor nacido en Alemania, que acabó en Inglaterra triunfante y arruinado como empresario operístico, pero ensalzado como genio musical. 'Haendel es una de mis pasiones, sí, como Monteverdi', asegura el director, que hoy termina su gira con el oratorio Jephtha, de su compositor fetiche, en Nueva York. Dentro de este tour, Jacobs ha recalado en Cuenca y Salamanca con la Orquesta del Año de las Luces, arrasando entre los bravos de la gente.

Al músico le gusta explicar su visión de este género. 'Los oratorios de Haendel son la continuación de sus óperas. Escribió 40 óperas y se cansó. Estaba harto de los convencionalismos y de no poder escribir coros en ellas porque no habría presupuesto para pagarlos, ya que todo el dinero lo chupaban los castrados y las divas', explica Jacobs. 'Por eso vio en el oratorio una salida para componer la música que quería, además, ve en los coros la posibilidad de recuperar el papel de éstos en el teatro griego, como de conciencia de los personajes'.

Concretamente, Jephtha llama la atención de Jacobs porque, además, es un símbolo de la ilustración, en el que el compositor cambia el final para enmendar la plana al Antiguo Testamento. 'Haendel trastoca esta historia terrible en la que un padre ha de sacrificar a su hija. Manda un ángel y se salva. Él cristianizó una historia cruel y terrible. Era su manera de ofrecer la esperanza del Nuevo Testamento'. Y de redimirse él, también, a los 66 años con los que contaba entonces. 'En esa época se estaba quedando ciego y no podía seguir componiendo el oratorio. La pieza, en la que incluye un aria que deja patente su miedo a quedarse sin visión, parece que le dio fuerza para mejorar'.

Aunque Jacobs dedique mucho tiempo a la música religiosa, él no se confiesa muy piadoso: 'Me eduqué en un colegio católico, pero mucha gente ya no me considera como tal. Creo que la Iglesia no es un buen ejemplo para la sociedad moderna, aunque, si ser religioso es sentir un lazo con un ser superior, entonces sí lo soy', dice.

También cree en Mozart, de quien ha grabado un excepcional Così fan tutte y de quien piensa hacer las otras dos óperas con libreto de Lorenzo da Ponte, Don Giovanni y Las bodas de Fígaro. 'Es el puente entre el barroco y el XIX. Fue mucho más que Gluck y que Haendel en el teatro musical', cuenta. Su entrega a las tres óperas más famosas del genio salzburgués tiene que ver con una deuda. 'Trabajó duro para encontrarlas. A su padre le dijo que estaba desesperado, que había visto más de 100 libretos y no había conseguido nada válido'. Después llegó Da Ponte y pasaron a la posteridad. A eso se le puede llamar todo un ejemplo de perseverancia por parte de Mozart.

René Jacobs.
René Jacobs.SILVIA T. COLMENERO
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