El canto de Transilvania
La sombra de una avioneta se dibuja sobre las dunas doradas del desierto. Se escucha una voz estremecedora. Son los títulos de crédito de la película El paciente inglés. Y quien canta, Márta Sebestyén, húngara como el conde Almásy, en el que se inspira la historia. En la banda sonora del filme de Anthony Minghella, premiado con nueve oscars, suenan la melancólica Én Csak Azt Csodálom (Canción de cuna para Katharine) y Szerelem, szerelem (Amor, amor), otro hermoso tema del folclor magiar.
Quienes no habían oído hablar hasta entonces de Márta Sebestyén difícilmente habrán olvidado esos minutos. Quizá la hayan vuelto a escuchar en una sala oscura durante la proyección de Prêt-a-porter, de Robert Altman, o en La caja de música, de Costa-Gavras; o puede que la hayan oído en el disco Boheme, de Deep Forest, o con Towering Inferno, en Kaddish.
Unos encuentros inesperados. Minghella había descubierto sus discos y se quedó prendado. Lo mismo sucedió con Eric Mouquet y Michel Sánchez, de Deep Forest, que se enamoraron de su voz mientras andaban buscando material para un nuevo disco. Márta recuerda que le mandaron una cinta con su voz sampleada y habla de colaboración virtual. También Pina Bausch la utilizó en una de sus coreografías. Pretextos válidos para disfrutar de una de las voces más importantes de Europa.
Ninguno de esos proyectos la alejó de la música tradicional. 'Aunque nadie me pagara un céntimo la seguiría cantando', dijo. Márta Sebestyén (Budapest, 1961) creció entre canciones que se han conservado pese al feroz paso de hunos, turcos, nazis, estalinistas... Canciones en un idioma sin parentesco con las lenguas eslavas que lo rodean y que ella oía en casa a su madre, Ilona Farkas, una etnomusicóloga que estudió con el compositor Zoltán Kodály. 'Ella me contó que ya me llevaba en su vientre mientras asistía a las clases de aquel hombre'. Kodály, al igual que Bártok, había recopilado miles de canciones populares. Muchas de Transilvania, una tierra que la leyenda de Drácula dibujó terrorífica, y donde sobrevivieron las expresiones más puras del folclor húngaro. De los viajes de su madre, y de los suyos propios, a pueblos y aldeas de Transilvania, le queda un profundo recuerdo.
El nombre de Márta Sebes-
tyén está ligado a Muzsikás, grupo formado en 1973, y al que ella se unió en 1980. Además, se incorporaría a Vujicsics, dedicado a la música de las minorías eslavas de Hungría. A orillas del Danubio, una nueva generación urbana estaba recuperando la vieja música campesina, como protesta contra la uniformización cultural del régimen comunista, que privilegiaba rancios conjuntos folclóricos estatales. Un movimiento de estudiantes e intelectuales que se había formado en tánchaz (casas de baile) de Budapest y no gustaba a los burócratas prosoviéticos, temerosos de que despertara sentimientos nacionalistas. Márta todavía iba al colegio cuando empezó a cantar en tánchaz.
Muzsikás (músicos del pueblo) se ha convertido con los años en referencia indispensable de la música húngara. Su disco The Bartók Album (1999), con Sebestyén y Alexander Balanescu, es un homenaje al compositor que recorría los Cárpatos con unos cuadernos en los que transcribía las melodías. Y en Kismet (1996), que firma Márta Sebestyén con arreglos de Nikola Parov, hay canciones rusas, griegas, búlgaras... Muestran curiosas afinidades con las húngaras. Hindi Lullabye pone de relieve la conexión entre la India y los gitanos de Rumania, y surgen paralelismos entre The Shores of Loch Brann, una canción irlandesa aprendida de Dolores Keane, y Hazafele, recopilada por la madre de Márta. Lazos de unión entre culturas minoritarias.
Sebestyén ha colaborado con el grupo vasco Alboka en su disco Lorius. En enero estuvieron en Glasgow, en el escenario principal del Celtic Connections, y ella se atrevió con las canciones de la comarca de Zuberoa. La tradición está en continuo movimiento: 'Hay una gran diferencia entre las cosas antiguas guardadas en un museo y las que aún siguen con vida'.
Márta Sebestyén & Muzsikás actúan el día 3 en Madrid (teatro Casa de Campo), el 4 en León (teatro Emperador), el 5 en Valladolid (Sala Ambigú) y el 6 en Salamanca (Carpa Caja Duero).
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