Notas de intermedio
Actores (británicos). Levedad y hondura, un cóctel esencialmente británico, brotado del lenguaje de sus comediógrafos: ese naturalismo estilizado a base de lijarse en las más diversas superficies genéricas (comedias, dramas, vodeviles); un naturalismo 'púdico' en el que siempre se dice (o se 'muestra') menos ('menos es más') de lo que hay. A diferencia del teatro mediterráneo, en el que el lenguaje y la interpretación siempre están un tanto 'alzados', 'subidos de tono', el teatro inglés parece estar siempre 'un paso atrás' con respecto a la representación, lo que hace pensar, más bien, en la imagen del tirador que retrocede para imprimir mayor fuerza a su disparo.
Admiradores. A la salida de una función, una viejecita se acerca a la actriz Ana Lizarán y la abraza. 'Oh, Ana! ¡Oh, qué función! ¡Menuda función!'. La actriz le pregunta: '¿Le ha gustado?' La viejecita menea la cabeza: 'En absoluto'.
Atrezo. Durante el transcurso de una cena, Robert Lepage nos cuenta su más inesperado efecto de atrezo. 'Era la escena final de Tectonic Plates, que representábamos en el muelle de Montreal. Amanecía, y descorrimos las compuertas del muelle para que el protagonista evocara el Hong Kong de su infancia ante el mar abierto. En ese momento, un junco chino, cargado de flores rojas para celebrar el año nuevo, apareció en la desembocadura del río Saint Lawrence, cruzó lentamente durante el monólogo y se esfumó entre la niebla'.
Ayer (función de). O, también, 'ensayo general con todo'. Siempre mejores que la noche del estreno. 'Oh, si hubieras venido la noche del ensayo general. ¡Parecía que volásemos!'. 'Ah, si hubieras visto la función de ayer...'. Lástima, lástima que no la viéramos.
Bellísima persona, síndrome de la. Actores de los que nos gustaría ver algo más oscuro y turbador, sin tener la sensación de que su encanto personal se está contagiando en exceso a sus personajes.
Crítica. Sabiduría de Jules Renard: 'Il n'y a pas de justice: il y a notre goût et notre humeur. Il s'agit, pour un critique, de se former le gôut et de surveiller son humeur'.
Diminutivos. Las grandes actrices, las figuras de relumbrón, consiguen el 'La' como una escarapela: 'La' Membrives, 'La' Espert, 'Las' Gutiérrez Caba. El 'La' sustituyó al 'Doña', que era como más decimonónico: Doña María Guerrero, Doña María Vila, Doña Rosario Pino. Y luego están las actrices con diminutivo. El uso del diminutivo suele reservarse a esas actrices, generalmente cómicas, que siguen conservando a una niña en su interior. Guadalupe Muñoz Sampedro fue siempre Guadita. Aurora Redondo fue Aurorita hasta el día de su muerte. El diminutivo sirve para concentrar una serie de cualidades maravillosas: juventud interior, juventud de corazón. Son actrices que, para decirlo con Jardiel, parecen 'descumplir años'. Cuando a una actriz se le sigue llamando por el diminutivo en plena madurez, es que sigue teniendo gracia, encanto.
Doble versión. Sergi Belbel había estrenado y dirigido una comedia suya en Madrid. Unos meses más tarde pasó por Valencia, donde la compañía estaba representándola, de gira, y se acercó a ver la función, que le resultó más corta de lo habitual, como si 'faltara algo'. Al acabar, fue a hablar con los cómicos. 'Es que hoy hemos hecho la versión corta', le dijeron. 'Depende del público, ¿sabes? Nosotros empezamos; si vemos que están interesados, se la hacemos entera. Si vemos que se aburren, vamos cortando'.
Entusiasmo. Pese a las eternas acusaciones de ferocidad, el entusiasmo en un crítico es siempre sospechoso para cierta gente. La gente que después de leer una crítica exultante siempre te pregunta: '¿Pero de verdad te ha gustado tanto?'.
Éxito (personal). 'Tuvo un gran éxito personal'. Dícese cuando la crítica ha dejado bien al actor o la actriz, pero no ha ido nadie a ver la función.
Fuera de escena. Hay actores, hay personajes que, creemos, tienen 'poco papel', están demasiado rato fuera de escena. Hasta que caemos en la cuenta -señal inequívoca de un gran talento o un gran personaje- de que siguen creciendo 'fuera'. Como Hamlet desde que le envían a Londres, para no volver hasta el quinto acto. Su ausencia es la leña que alimenta el fuego dramático.
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