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Reportaje:LITERATURA POPULAR | Raíces

Saetas antiguas de Arahal

En años anteriores hicimos nuestra particular aproximación a ese enigma casi impenetrable de la saeta. Fue primero, con el deslumbramiento de las de Marchena. Después, con los barruntos, quejas y disquisiciones de Fray Diego de Valencina, de Sbarbi y de Machado Álvarez, en torno a este cante, en su doble modalidad: la antigua y la flamenca, que poco o casi nada tienen que ver entre sí, ni musical ni históricamente hablando. Les toca este año a las saetas de Arahal, uno de los pueblos más hondos de la campiña sevillana, por donde ya anduvo Blanco White hacia 1801, y un cuarto de siglo después Washington Irving, dejando constancia de unos proverbiales usos y costumbres.

En un disco muy bien editado por la Diputación de Sevilla en 1999, hallaremos lo esencial. De la mano de un autorizado prologuista, Miguel Acal, y de Serafín Ávila Bergas, el especialista arahaleño, nos iremos adentrando por los médanos finales de un río que debió ser mucho más caudaloso, y que a través de sus afluentes principales llegaba hasta Puente Genil, por Córdoba; hasta Arcos, por Cádiz; Alhaurín el Grande, por Málaga; además de Marchena, Puebla de Cazalla, Valencina, y seguramente Alcalá de Guadaíra y Mairena del Alcor, por Sevilla.

Un territorio bastante extenso que invita a pensar que la saeta antigua, vieja, religiosa, devota o jaculatoria (que de todas esas formas se le pudo llamar) reinó homogéneamente en muy buena parte de Andalucía por los siglos de oro (y hasta bien entrado el XIX, en cuyo final toma el relevo la flamenca), normalmente coincidiendo con las misiones franciscanas, las hermandades de la Vera Cruz y, según parece, con la obligación que se imponía a los judíos conversos de manifestar públicamente su nueva fe, mediante aquellas salmodias pareadas ('Aunque estés bueno al presente / puedes morir de repente').

De aquí que algunos hayan dado por hecho que el origen musical es también judío (el kal-widrei); otros piensan que la base es bereber, y aun otros -creo que con más fundamento- que se trata de mucho más antiguas raíces en sobrecogedores cantos de ánimas de madrugada -culto a los antepasados-, que nada tuvieron que ver con religión histórica alguna. Más o menos lo de siempre. O sea, que seguimos tanteando a oscuras.

Arahal desarrolló su propia variante, a través de un famoso Pregón, o Sermón de la Pasión, cuya última representación tuvo lugar en 1954 o 1955. Tres cantaores, subidos a sendos balcones, hacían las veces de Sacerdote, Ángel y Pilatos: 'Ésta es la última sentencia / que mandó Poncio Pilato, Presidente de Judea / y del Imperio Romano,/ de ejecutar a Jesús, / por revoltoso y por malo'. Célebres saeteros locales, como Antonio Portillo Mairena, José Brenes, Diego Carrillo, Francisco Castillo y otros, se emplearon en este canto, de desgarradora monotonía, en el formato más común de quintillas, y con un lenguaje muy vivaz ('El cuerpo lleva inclinao / y tus mejillas preciosas / de salivas asquerosas; / tu cuerpo descoyuntao, / escupío y afeao'); a menudo reformando la narración a su aire y con muchos roles cambiados. 'Presentó su Hijo al templo, / como la ley lo mandaba. / Y Simeón con regocijo / lo acogió entre sus brazos / y estas palabras le dijo: / Miradlo, ahí lo tenéis, / yo no lo puedo matar, / porque en él culpa no hallo. / Se lo entregó a Barrabás / en la audiencia de Pilato'. Pues vale.

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