Las cosas cambian

Desde que celebramos el VIII congreso del Sindicato Obrero del Campo y del Medio Rural de Andalucía (SOC), mucho han cambiado las cosas en nuestra organización. El camino emprendido por la anterior dirección de ahondar cada vez más en la democracia interna, la pluralidad y la participación ha pasado a la historia. También pasaron a la historia las campañas de información y asesoramiento dirigidas a los temporeros.

Se acabaron los encuentros de jóvenes en el sindicato para no correr el riesgo de que gente joven y con futuro cojan protagonismo y se vean capaces de dirigir nuestra organización. Esto supondría un riesgo para los que se dicen líderes que podrían dejar de ser vitalicios en los cargos que ocupan, viéndose obligados a dejar sus puestos de privilegio y a trabajar como jornaleros pasando por el calvario de tener que ganarse el pan con el sudor de su frente. Algo que al parecer no se ha hecho para algunos líderes históricos del SOC.

Ya no hay libertad de opinión en el SOC, todo aquel que se atreva a cuestionar la figura del secretario general, si es trabajador en la oficina central será despedido sin ningún miramiento, y si no lo es será objeto de amenazas y de una auténtica cruzada contra todo aquel que no bendiga y venere su imagen divina.

La manipulación del vídeo de la historia del SOC, así como la censura de intervenciones de algunos compañeros en dicho reportaje y el control férreo de los artículos que aparecen en nuestra revista, Tierra y libertad, son claros ejemplos de cómo entiende Diego Cañamero el sindicalismo participativo.

Pero tengo que reconocer que algunas cosas han mejorado. Los sueldos de los liberados se han multiplicado casi en un 50% más teléfono móvil y coche oficial. Tres buenas razones para que algunos compañeros liberados salgan en defensa de su jefe cada vez que el 'desalmado' de Manuel Lara Castejón se atreve a denunciar públicamente las barbaridades que en nombre de la izquierda se están produciendo en el SOC.