Baraja, futbolista de verdad
El Valencia vence en la prolongación a un Osasuna que jugó con diez gran parte del partido
Estamos ante un futbolista de verdad. Rubén Baraja, vallisoletano, de 26 años. Pasó la tarde entre altibajos anímicos: falló un penalti, erró pases fáciles, recibió la reprimenda de la grada, pero nunca dejó por ello de jugársela, de mover al equipo, de ser una referencia, de buscar el balón. Hasta que lo cazó. En el minuto 92. Con el Valencia exhausto y con Osasuna, que aguantó más de una hora con uno menos, crecido por el empate recién conseguido. Pues bien, en esas circunstancias, con la camiseta por fuera del pantalón, fruto del cansancio y de la desesperación, se fue arriba Baraja, intuyó antes que nadie el centro templado de Kily desde la izquierda, lo persiguió con fe, lo golpeó frontalmente con la cabeza y el balón salió disparado hacia la red, imposible para un Unzue extraordinario.
VALENCIA 2| OSASUNA 1
Valencia: Cañizares; Curro Torres (Sánchez, m. 68), Pellegrino (Baraja, m. 10), Djukic, Fabio Aurelio; Rufete, Albelda (Aimar, m. 60), Baraja, Kily; Mista y Angulo. Osasuna: Unzue; Cruchaga, Jusué, Contreras, Lekumberri (Fernando, m. 78); Josetxo, Puñal, Alfredo, Gancedo; Sabino (Olarra, m. 30) y Rosado (Aloisi, m. 57). Goles: 1-0. M. 76. Centro de Rufete desde la derecha, pica de cabeza Aimar y Sánchez remata a gol con la derecha. 1-1. M. 83. Aloisi cabecea un córner. 2-1. M. 92. Centro de Kily desde la izquierda y Baraja cabecea a gol. Árbitro: Esquinas Torres. Expulsó a Josetxo (m. 25) por trabar a Angulo cuando era el último defensa. Amonestó a Cruchaga, Gancedo, Angulo, Baraja, Lekumberri y Fernando. Unzue le detuvo un penalti a Baraja (m. 26). Unos 48.000 espectadores en Mestalla.
Anodino durante una hora, el partido ofreció un final apoteósico. Media hora frenética que coincidió, ¡qué casualidad!, con la entrada de Aimar en el campo, futbolista genial postergado por Benítez al banquillo hasta el minuto 60, como ya sucedió la semana pasada en Vallecas y como ha sucedido en tantas ocasiones. Futbolista distinto por velocidad, visión del juego, técnica y regate. Todo lo que le gusta al público y que, por lo visto, disgusta a ciertos técnicos, que siempre les encuentran carencias tácticas.
Porque el partido fue uno sin Aimar, un peñazo, y otro con él,una emoción prolongada. La noche y el día. Salió la gente exultante del estadio tras el breve recital de Aimar, pero perpleja porque es difícil entender por qué estuvo una hora en la suplencia. Como tampoco es fácil de explicar la marginación de Sánchez, el socio preferido de Aimar, que ayer entró a última hora para marcar, como de costumbre. Afiló su olfato y obtuvo el gol número 3.500 del Valencia en Primera. Un detalle de la historia para un delantero que ha sabido vivir de su instinto durante más de diez años.
Bastante hizo Osasuna con mantenerse vivo hasta el final. Y no sólo eso, sino que estuvo a punto de sacar la máxima tajada con un par de ocasiones clamorosas: una escapada de un lentísimo Aloisi, que permitió la llegada por detrás de Marchena, y un remate de Gancedo a bocajarro, con Cañizares batido, que sacó Djukic bajo los palos. Todo, en una final a toda mecha, con el Valencia volcado y con Osasuna tratando de aprovechar los desajustes defensivos de su rival, que en una semana ha perdido por lesión a casi toda su zaga: Carboni, Ayala y, ayer, Pellegrino. Fabio Aurelio, Djukic y Marchena notaron la falta de entendimiento que dan los partidos y tal vez por eso se tragaron un cabezazo de Aloisi a la salida de un córner. O quizá sea un mal colectivo, pues es el cuarto tanto tras un saque de esquina que encaja en una semana y media: uno ante el Inter, dos ante el Rayo y el de ayer de Aloisi.
Benítez probó de inicio una inédita pareja de ataque, Angulo y Mista, que resultó estéril. El preparador madrileño se ha pasado la Liga buscando un delantero que le guste y no ha hallado ninguno. En el primer tiempo, el Valencia basó todo su ataque en las subidas de los laterales, Curro Torres y Fabio Aurelio, pero ninguno de los dos supo desequilibrar. Curro, por falta de brillantez; Fabio Aurelio por su ausencia de explosividad: tiene un motor diesel.
Muy consciente de su inferioridad técnica, Osasuna lo tuvo claro desde el principio: el modelo era el Inter del pasado jueves en Mestalla, todos bajo el larguero. Mucho más al quedarse en inferioridad numérica por la expulsión de Josetxo. Y a esperar.
También esperó Benítez, que no buscó reactivos en el descanso. Ante un fútbol horizontal y plomizo, Mestalla reclamaba algún tipo de reacción desde el banquillo, pero ésta no se produjo hasta el minuto 15 de la segunda parte, previsto por Benítez pase lo que pase en el partido. Introdujo a Aimar y le bastó un fogonazo al argentino para acabar con el sopor. Con su vertiginoso juego entre líneas, Osasuna se vino abajo, se vio bombardeado hasta que Aloisi lo levantó con un cabezazo sorprendente. Quedaba unos segundos, Mestalla estaba en pie de guerra y a Baraja le quedaba el último intento, el definitivo.
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