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Reportaje:La jornada de Liga | FÚTBOL

Fiebre Portillo en el madridismo

La expectación por ver al goleador de Atenas desborda de hinchas la Ciudad Deportiva

El intenso sol vertical del mediodía saludó al joven goleador Javier García Portillo (Aranjuez, Madrid, 1984) en la Ciudad Deportiva del Real Madrid. El sol y los 7.000 espectadores que abarrotaron como nunca las instalaciones del club con la única intención de ser testigos del nacimiento de un ídolo.

'Ahí está, ahí está', se repetían unos a otros, señalando la figura menuda del delantero. 'Es un goleador de los de verdad, de los de raza', se jactaban los hinchas mientras los goles de Portillo, con la regularidad de un mecanismo de precisión, iban amontonándose en su cuenta. El público se repartía entre veteranos caballeros que comentaban hasta la manera de andar del jugador y jóvenes bulliciosos que ensayaron un primer grito de guerra para jalear al canterano: '¡Pooorti, Pooorti...!'

Portillo no jugó con los mayores, en el estadio Santiago Bernabéu, contra el Zaragoza. Regresaba al filial, al B, después de marcar su primer gol con el primer equipo, de un zurdazo lejano ajustado al poste izquierdo, frente al Panatinaikos en la Liga de Campeones el martes pasado. Él ya lo sabía: 'Le voy a marcar dos goles al Atleti B', profetizó. Y acertó. Dos goles más a sumar a los 387 que ya había anotado con la camiseta blanca. 'Lo dije por decir algo, pero acerté', comentó tras el partido con una tímida sonrisa.

Pero todo ha cambiado. Bueno, no todo. La relación de intimidad entre el ariete y el gol sigue intacta, desde luego. Lo demás, el entorno, ha mudado hasta hacerse irreconocible. De los 400 aficionados habituales en las gradas de hormigón de la Ciudad Deportiva se pasó ayer a 7.000, que apenas cabían y tuvieron que repartirse incluso por los graderíos de los campos anexos. Las entradas se agotaron y el club optó finalmente por abrir las puertas y confiar en que el laberinto de la Ciudad Deportiva pudiera abarcar esa avalancha de entusiasmo.

Todos querían ver a Porti. En los rudimentarios asientos, todos los comentarios giraban alrededor de este nueve con poco cuerpo y mucha picardía. 'Un oportunista extraordinario', comentaba un señor mientras sacaba un bocadillo de una bolsa marrón. Portillo era el único protagonista. Los demás eran sólo las figuras de acompañamiento al verdadero centro de interés.

El goleador tocó cuatro balones y metió dos goles. uno con la derecha, su pierna mala, y otro de cabeza. Los dos, muy cerquita de la línea de gol. Los dos, de un toque. Tocó cuatro balones y dos acabaron en la red. Y es que así es Portillo, un rematador sin más atributos que el de llevar grabada a fuego una palabra de tres letras: gol. Así le define Jorge Valdano y así le pudo ver su presidente, Florentino Pérez, que presenció el encuentro junto a Jesús Gil.

El delantero metió su primer gol al poco de comenzar el partido y lo celebró con la rabia y el estilo de su ídolo, Raúl. Portillo se besó el escudo mirando al palco, pegó un pequeño brinco mientras cerraba el puño y se besó el anillo. Tres celebraciones con el sabor de Raúl en una. 'Lo he celebrado mirando al palco, pero no iba dedicado a nadie en particular', comentó después el jugador, al que no le habían gustado 'nada' unas declaraciones de Gil: 'Nosotros tenemos portillos, puertas y ventanas'.

Pero no fue a Raúl al único jugador de la historia madridista a quien recordó ayer la estampa de Portillo. Un codazo -'intencionado, porque ya me había avisado al principio del partido'- del central rojiblanco, Germán, le produjo una brecha en la frente que los médicos cubrieron con un aparatoso vendaje a lo Camacho.

Portillo, vestido tras el partido con una camisa gris a rayas y con el pelo de punta, se mostró 'muy seguro'. El delantero dijo que Florentino Pérez le había pedido que 'siga así' y repartió elogios al resto de sus compañeros. 'Soy jugador del filial. Tengo que tener los pies en el suelo. Aún no he hecho nada', confesó modesto.

Por lo pronto, el goleador hará la pretemporada con los jugadores de Vicente del Bosque por 'contrato'. Uno de los puntos del compromiso que firmó hace poco con el club de Chamartín hasta 2007, con una cláusula de rescisión de 15 millones de euros, así lo estipula.

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