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Columna
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Coraje

Benito Zambrano con su Padre Coraje, ha sido el andaluz de la semana. Otra vez nos ha vuelto a emocionar su mesurada y profunda manera de dejar dichas cosas que pasan y sobre las que su mirada no deja ni tregua ni lugar a dudas. Pero también con su Padre Coraje, como antes con Solas ha vuelto a dejar ver a unos actores andaluces, todos andaluces, de los que ha logrado la perfección.

Juan Diego es, más allá de Andalucía, un actor querido, respetado, valorado y aplaudido por todas y cada una de sus interpretaciones. Su enorme humanidad, su permanente compromiso, le llevan siempre al riesgo más absoluto: no se guarda nada, no escatima, no hace trampas, y además, es un genio. Pero Juan Diego, en su perfecto y emocionante do de pecho, no ha estado solo, ha estado acompañado de unos actores maravillosos entre los que ha destacado el, ya para siempre, excelentísimo Vicente Romero, gracias a su interpretación de El Maquea. Hay que ser muy grande para mantener con un tan grande como Juan Diego un duelo interpretativo como el que ha mantenido Vicente Romero y salir de él del brazo, codo a codo, grande uno y grande otro. Tardaré mucho tiempo en olvidar a El Maquea y su resbalosa e inquietante personalidad, gracias a la genialidad de Vicente Romero.

Padre Coraje ha sido importante, no sólo por todo lo que denuncia, sino por todo lo que muestra artísticamente, tanto que es también una llamada que no puede quedar sin respuesta desde el poder, donde alguien se debe sentir obligado a arriesgar para que se haga lo que, a la vista ha estado, aquí se puede hacer.

El cine no es en España una industria, es mejor no engañarse con algunos destellos, pero en Andalucía es aún menos, es sólo un sueño de algunos pocos que se ven lo suficientemente solos como para abandonar, no renunciando a la creación, pero sí intentándola en otros lugares. Los técnicos y los actores de Padre Coraje son un tesoro de Andalucía. Tienen que tener, desde aquí, la proyección que su arte merece. Hay capacidad artística, tiene que haber apoyo. Hace falta voluntad y coraje político.

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