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Las constructoras de la M-45 subirán las tarifas de peaje al Gobierno regional

La Comunidad acordó en 1998 pagar a las empresas 0,54 euros de media por cada vehículo

Antonio Jiménez Barca

La autovía M-45 ya está terminada. Ayer pasaron por ella los primeros coches. Ahora toca pagarla. El Gobierno regional aún no ha desembolsado ni un euro de los cientos de millones que ha costado. Las empresas que la han construido cobrarán el trabajo por el método del peaje en la sombra,esto es, el Ejecutivo autónomo pagará por cada coche que utilice la nueva vía. En septiembre de 1998 se calculó que las arcas regionales deberían abonar unos 0,54 euros por cada vehículo que utilizara esta vía. Pero las constructoras negocian con la Comunidad incrementar esta tarifa.

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La primera causa que ha empujado a las empresas y a la Comunidad a renegociar las tarifas es la siguiente: el precio previsto de la autovía, 420 millones de euros, se ha incrementado. 'Como pasa en cualquier obra, el presupuesto final ha crecido por cambios que no se pudieron adivinar a la hora de diseñarla', explicó ayer un portavoz de la Consejería de Obras Públicas. En agosto de 1998 se empezaron los trabajos. Desde entonces, entre otros cambios, ha habido dos importantes modificaciones del trazado, lo que ha encarecido el resultado final: por el sur, fue modificado el recorrido a petición de los vecinos del barrio de Santa Eugenia; por el norte se alteró el trazado por exigencias de Aeropuertos Nacionales y Navegación Aérea (Aena) debido a que la cota de la autovía era demasiado alta para el paso de los aviones al cercano aeropuerto de Barajas. La Consejería de Obras Públicas aún no sabe en cuánto se ha encarecido finalmente la obra: 'Las empresas todavía lo están calculando; hay que tener en cuenta que la autovía se inauguró ayer [por el jueves]', añadió el portavoz.

La segunda causa que ha obligado a que el Gobierno regional y las empresas constructoras revisen las tarifas es la disposición de la Unión Europea que entró en vigor el presente año y que aumenta el porcentaje de IVA que tienen que pagar los usuarios de autovías: del 7% al 16%. Los técnicos de la Comunidad y los especialistas de las empresas discuten ahora si esa norma se debe o se puede aplicar al peaje en la sombra.

25 años de concesión

Las tarifas que tenía previsto abonar el Gobierno regional se hicieron públicas en septiembre de 1998. Para ajustarlas fue necesario acudir a bastantes variables: en primer lugar, no pagarán lo mismo los coches que los camiones o los autocares (estos últimos cuestan más a las arcas de la Comunidad). En segundo lugar, en el precio influía el número de vehículos que pasaran por la autovía: a mayor número, una tarifa más reducida.

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Si la carretera llegara a colapsarse, ningún coche de los que sufrieran ese atasco se contabilizaría, según explicó en septiembre de 1998 el vicepresidente regional y consejero de Obras Públicas y Transportes, Luis Eduardo Cortés.

El acuerdo estipula que la Comunidad pagará el peaje en la sombra durante 25 años. Para ello, la autovía M-45 cuenta con 71 sensores que recuentan el número de coches y los kilómetros que recorren. Porque se pagará por coche y kilómetro recorrido a partir de que transcurra un mes de la inauguración.

El precio de la variable coche/kilómetro se fijó, entonces, de media, en 6 o 7 céntimos de euro. Es decir, si un vehículo recorría 20 de los 37 kilómetros de los que dispone la autovía, la Comunidad de Madrid debería pagar aproximadamente 1,2 euros (unas 200 pesetas). Si las múltiples variables salían durante los 25 años de concesión favorables siempre a las empresas, éstas, según las tarifas acordadas entonces, podían llegar a ganar, en los 25 años de concesión, 961 millones de euros. Este cálculo le pareció al consejero Cortés en 1998 'una barbaridad matemática'. Según él, las empresas iban a embolsarse 492 millones de euros por la construcción y explotación de la autovía hasta el año 2027. Si se divide la suma de 492 millones de euros entre los 25 años de concesión y el número de coches que, según las previsiones de la Comunidad, pasará por la autovía cada año (unos 36 millones de vehículos), el resultado es que cada coche, independientemente de su recorrido, iba a costar cerca de 0,54 euros a las arcas regionales. Sin embargo, esta cantidad se incrementará previsiblemente, debido a que el coste final de las obras ha sido superior al inicialmente proyectado por las constructoras, que probablemente reclamarán al presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, una subida en las tarifas para compensar así el desembolso.

Pero aún es pronto para saber cuánto se incrementarán las tarifas que al fin y a la postre pagan todos los ciudadanos a través de sus impuestos. 'Tanto las empresas como la Consejería de Obras Públicas deben ahora sentarse a negociar el precio definitivo, que seguramente se sabrá a lo largo de la semana próxima', según la consejería.

La construcción de la M-45 ha sido realizada por las siguientes empresas: Dragados, Fomento de Construcciones y Contratas, Necso y Caja Madrid se han encargado del primer tramo (14 kilómetros que discurren entre la N-II y el eje de O'Donnell); los 14,5 kilómetros del segundo tramo (entre O'Donnell y la carretera de Andalucía) han sido realizados por Cyntra, Ferrovial y ACS; el tercer tramo (siete kilómetros comprendidos entre la N-IV y la M-40, al este del barrio de La Fortuna, en Leganés) ha corrido a cargo del grupo formado por Sacyr, Lain, BBVA y el banco SCH.

El peaje en la sombra es un sistema novedoso de construcción de autovías, en el que la Comunidad de Madrid es pionera: las primeras que se adjudicaron fueron la M-45 y el desdoblamiento de la M-501 (la llamada carretera de los pantanos). No ha sido, en cambio, la primera autovía de este tipo que se ha inaugurado: una autopista en Murcia, mucho más pequeña, ha sido la primera en funcionar por este sistema. 'Es mucho más pequeña, así que empezaron después de las nuestras, pero la terminaron, lógicamente, antes que las de Madrid', explican en la Consejería de Obras Públicas.

Desvío inexistente

El estreno de la autovía no ha estado exento de problemas: los usuarios de la carretera que querían desviarse a Coslada encontraban perfectamente señalizado el desvío, localizaban sin dificultad la variante hacia el desvío, pero lo encontraban cortado cuando querían abandonar la M-45. Los conductores no tenían otro remedio que dar la vuelta y volver por donde habían venido en busca de otra carretera con una verdadera salida hacia Coslada.

El consejero Cortés explicó ayer el origen del corte: 'El alcalde de Coslada [Juan Manuel Granados Rodríguez] nos ha pedido que no se abra ese desvío porque tiene pensada una gran vía de conexión que lo enlace y que aún no está terminada'. Cortés añadió que esta situación 'no puede ser duradera'. Y agregó: 'Podemos hacerle caso al alcalde durante unos días, pero el acceso habrá que abrirlo. Esa avenida a la que se refiere el alcalde se construirá, si es necesario, con ayuda de la Consejería de Obras Públicas'.

Pocos coches en el estreno

Circular ayer por la recién estrenada autovía M-45 constituía un gozo. Pocas veces se tiene la oportunidad, a pleno día, de conducir por una carretera de tres carriles sin tráfico. Muchos madrileños aún desconocen la existencia de la nueva vía, así que mientras la M-30 y la M-40 ofrecían el perfil habitual a las once de la mañana (circulación densa, coches cambiando de carriles bruscamente) la nueva hermana, la M-45, estrenaba sus 37 kilómetros sin apenas circulación. Las cifras recogidas ayer por la Consejería de Obras Públicas reflejaban la escasa afluencia de tráfico: a la hora de mayor densidad (de siete a ocho de la mañana) se registraron 1.070 vehículos. Nada comparable con la M-40 o la M-30. En la primera se contabilizan, de media diaria, cerca de 9.000 coches por hora. La segunda cuenta con 6.000 automóviles cada 60 minutos. El consejero de Obras Públicas, Luis Eduardo Cortés, asegura que a estos datos sobre la M-45 'no hay que darles mucho valor, ya que hay que esperar a que los madrileños conozcan la nueva carretera'.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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