Una jovencita de 73 años
Nada de lo que hace Sheila Jordan se somete a reglas convencionales. Su voz, a medio camino entre el canto y la declamación, retuerce con mimo las melodías, zarandea dulcemente las estructuras armónicas hasta que cae algún fruto desconocido para la ciencia vocal y persuade con firmeza a las palabras. Charlie Parker fue su mentor, Lennie Tristano su profesor y George Russell su admirador, de modo que credenciales no le faltan. Sus conciertos siempre tienen un decidido carácter autobiográfico, y de ellos se sale un poco más bueno y más sabio. Por supuesto, también del maravilloso testimonio de sinceridad que ofreció en el San Juan.
Sobre el escenario colegial se escuchó a una jovencita de 73 años, pujante y atrevida como una burbuja de cava, potente y reveladora como un telescopio de mil espejos y rebosante de humor tierno, como si acabara de parir el hijo más deseado. Al final, el público la recompensó con aplausos intensos y sostenidos que denotaban genuino agradecimiento. No era para menos. Jordan había ofrecido un concierto sentido desde el primer instante y primorosamente amueblado con canciones hechas de materiales macizos y nobles.
Sheila Jordan y Cameron Brown
Sheila Jordan (voz) y Cameron Brown (contrabajo). Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid, 14 de marzo.
Seguida con caballerosa discreción por el espléndido contrabajista Cameron Brown, la cantante de Detroit fue pasando con detenimiento hojas de su álbum de fetiches: el recuerdo jubiloso a Charlie Parker en Confirmation; el homenaje hermanado a Lester Young y Billie Holiday en Good bye pork pie hat y Good morning heartache, respectivamente; y el guiño a Fred Astaire en un popurrí repleto de deliciosas piruetas.
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