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Crónica:FERIA DE FALLAS | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

¿Dónde está la sangre de Santacoloma?

La de Ana Romero era ganadería que había despertado cierto interés a priori. Refrescaba los carteles un encaste no muy habitual en las grandes ferias. Y eso se agradece de entrada. Sangre de Santacoloma, lo cual es sinónimo de casta, raza y bravura. Pero eso, o debió ser en otros tiempos o los toros lidiados ayer en Valencia de Ana Romero perdieron por el camino la raíz de su procedencia.

De Santacoloma apenas tuvieron algo. Quizá la capa cárdena de alguno de ellos; quizá la escasa entidad de casi todos ellos. Dirán que estaban en tipo. Una excusa para colar algunos toros demasiado terciados. Además, hubo toros de considerable alzada, lo cual es una contradicción. Pero lo más grave fue que del encaste original apenas rescataron detalles durante la lidia. No fueron toros de menos a más, como en lógica debió de ser, y no se crecieron en el último tercio, como correspondía en teoría. Es más, los hubo que en la muleta fueron verdaderas burras, con idas y venidas sin ningún tipo de interés, ni para el torero y menos para el público. Corrida para desesperar. Y eso que la gente estaba ayer de lo más generosa.

Romero, La Dehesilla/ Esplá, El Cordobés, Castaño

Cinco toros de Ana Romero y un sobrero, sustituto de un titular, de La Dehesilla. Desiguales de presentación. Distraídos, sosos, desrazados y noblones. Luis Francisco Esplá: pinchazo, casi media y descabello (silencio); media baja y atravesada (oreja). El Cordobés: pinchazo, casi entera tendida -aviso- y descabello (saludos); dos pinchazos -aviso- y descabello (silencio). Javier Castaño: pinchazo, entera perdiendo la muleta y dos descabellos (saludos por su cuenta); pinchazo y descabello (silencio). Plaza de Valencia, 13 de marzo. 5ª de feria. Media entrada.

De esa decepcionante corrida de Ana Romero, el lote de Esplá fue el más dispar. El primero se acercó más que ninguno al encaste de procedencia:distraído de salida, cumplidor en varas y crecido en banderillas. En la muleta también se fue hacia arriba, aunque más por genio que por casta, con la cara siempre alta y sin entrega alguna. Esplá, lidiador consumado en toros de mayores exigencias, no se complicó. Lo pasó con habilidad, sin quietud y sin comprometerse. En una palabra, desconfiado. El cuarto fue manso en varas y de poca fuerza en la muleta. Esplá aprovechó la bondad del toro, que se desplazaba por ambos pitones a su aire, sin problemas y también sin clase. La faena no tuvo mayor realce. Digamos que pulcro, aseado y tan escasa emoción desprendía aquello, que más parecía un juego de Esplá con el toro que una verdadera lidia. En este cuarto, Esplá invitó al tercero de su cuadrilla de a pie, Domingo Navarro, a compartir banderillas. El tercio transcurrió muy discreto.

Como una burra distraída fue el segundo. Salía del muletazo como si la cosa no fuera con él. Miraba al tendido y se embobaba. El Cordobés se lo pasó primero muy despegado, deslavazado, para rematar luego con el salto de la rana. El sobrero de La Dehesilla fue el más serio de la tarde. Un toro con toda la barba, pero sólo en estampa. En éste, Manolo Díaz no se confió. La faena, un quiero y no puedo.

Voluntarioso pero vulgar anduvo Javier Castaño con sus dos toros. El tercero apenas se movió, y el sexto, que no humilló nunca, fue tan sosote como noblón. Castaño montó dos faenas sobre la base de la quietud. Pero ante tan escasa entidad de toros, esa actitud se diluía ante la indiferencia. La voluntad del torero fue insuficiente.

CARLES FRANCESC

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