VeriChip
Ahora no basta la muestra directa del sujeto. No es suficiente con el rostro, las huellas digitales, las radiografías, los implantes en la dentadura ni tampoco, por supuesto, las cicatrices o las declaraciones juradas. A imagen y semejanza de lo que es más privativo de un individuo, a modo de un ADN sin igual, ha nacido un chip referido al contenido de la personalidad. Dentro de unas semanas una familia de Florida, a la que llaman ya los Chipsons, se prestará para ser implantada con un chisme fabricado por Applied Digital Solution y denominado VeriChip.
Este dispositivo lo dice todo. Emplazado en un brazo mediante una aguja hipodérmica, el VeriChip procede como un documentadísimo archivo del portador. Uno creerá de sí lo que llegue a imaginarse, pero bajo su piel reside un segundo yo que brinda datos objetivos, científicos, contrastados, indisputables. La vida llega a escindirse así, de una parte, en el difuso valor del aspecto, mientras de otra, parte en la precisión de la materia. Este chip informa sobre nuestro historial clínico y profesional, ilustra sobre la resistencia de nuestro hígado, el estado de las arterias, las calificaciones del bachillerato y enseguida dará cuenta de la calidad del cerebro, su inteligencia, su capacidad para aprender, ser embaucado o enloquecer.
En una etapa anterior el alma desempeñaba el papel de síntesis suprema y gracias a su sutileza podríamos atravesar la barerra de la eternidad. Ahora el chip actúa de una forma parecida. Mientras el cuerpo está condenado a perecer y el alma a disiparse, el chip sobrevive y se recupera intacto, pleno de contenidos. Los cadáveres serán enterrados o carbonizados, la identidad será anulada en los registros civiles, los amigos nos ignoran, pero siempre quedará el chip. Un chip sensibilizado por los latidos del propio corazón, afectado por la adrenalina del peligro o del sexo, cruzado por el decaimiento de la serotonina, sacudido por el pánico a morir. Más exacto que un hijo, más preciso que un clon, más íntimo que un amante, el VeriChip que inaugura la familia de Florida tiende a convertirse en nuestra verdad, física y emocional. La única verdad que en el futuro no manipulará el relato, el olvido o el diferente humor de los demás.
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