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Crítica:RODRIGO FRESÁN | HISPANOS, CAMBIO DE VÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'La patria de un autor es su biblioteca'

Mantra, el último libro de Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963), es, en sus propias palabras, 'una novela escrita por un argentino, publicada en Barcelona, que transcurre en México, cuyo protagonista es un francés obsesionado por los fenómenos populares norteamericanos. ¡Está cubierto todo el panorama!'. Naturalmente, Fresán no se propuso eso de entrada, pero tampoco le parece casual que haya resultado así, tratándose como se trata del primer libro que ha escrito fuera de su país.

Para Fresán, el de escritor es un oficio de extranjería. 'Hay un lugar que figura en la partida de nacimiento del escritor y que es su patria geográfica, o como se quiera llamarla. Y cuando uno descubre que quiere ser escritor, aparece inmediatamente una segunda patria que es la biblioteca. La verdadera patria de un escritor acaban siendo sus lecturas. De ahí que yo piense que cuando se habla de tradiciones literarias hay que hacerlo siempre a partir de libros, no de lugares. Uno viene de determinados libros o determinados autores'.

'Yo me siento más cerca de un autor norteamericano de mi edad que de uno chileno, por ejemplo'

Por lo demás, continúa Fresán, 'la tradición argentina es una extradición. En el sentido de que se la pasa extraditando autores extranjeros. Sobran los ejemplos. Arlt crece a partir de las traducciones de Dostoievski. Borges lo hace a partir de multitud de referencias de todo tipo, anglosajonas, escandinavas, etcétera'.

A propósito de Borges, Ricardo Piglia señaló cómo, a través de él, la tradición argentina se perfila mediante un uso específico de la herencia cultural: 'Los mecanismos de falsificación, la tentación del robo, la traducción como plagio, la mezcla, la combinación de registros, el entrevero de filiaciones'. Para Fresán, por su parte, 'la de Piglia no deja de ser una actitud turística, en este caso la de un tipo que visita su propio país. Su gracia consiste en dar un tratamiento extranjero a autores argentinos. Sus consideraciones corresponden a una mirada para mí completamente extranjera. Piglia se extranjeriza para leer a Borges, a Macedonio, a Arlt. O al menos me da a mí esa impresión'.

En cualquier caso, todo esto habría supuesto un cierta divergencia de la literatura argentina respecto de la del resto de América Latina. Entre los jóvenes escritores argentinos no se percibiría, como en los de otros países, la voluntad de marcar distancias respecto al llamado boom de la literatura hispanoamericana. 'La literatura argentina permanece hasta cierto punto aislada del barroco americano, del realismo mágico', observa Fresán. 'Se trata de una literatura eminentemente urbana, de ascendente anglosajón, y en este sentido su conflicto con el boom ha sido menor'.

Fresán llega más lejos y alcanza a sugerir que 'la etiqueta de literatura latinoamericana no incluye a los argentinos'. 'Salvo contadas excepciones', añade, 'yo me siento más cerca de un escritor norteamericano de mi edad que de un escritor chileno, por ejemplo. En este sentido, como en el de antes, cuando decía que la patria de un escritor es su biblioteca, siento que tengo vecinos, pero no compatriotas'. Y recuerda Fresán cómo ya su primer libro, Historia argentina (1991), venía a ser 'una especie de sublimación de la temática de lo argentino practicada con una pupila extranjera, completamente descomprometida'. En cuanto a su segunda novela, iba a titularse, significativamente, Esperanto (1995).

Añade Fresán, para justificar los efectos niveladores de lo que puede ser sentido como cosmopolitismo: 'Desde luego, yo me siento mucho más cerca de Moby Dick que del Facundo de Sarmiento. Pero antes que eso hay que considerar aspectos como la uniformidad de los doblajes televisivos, y del lenguaje televisivo en general, cuya lengua es neutra. Yo aprendí mecanismos narrativos tanto con la serie Dimensión desconocida como con Borges, eso está clarísimo. Por lo demás, no me parece gratuito señalar, a la hora de destacar lo que se hace en la actualidad con la literatura de los sesenta y setenta, que la música de aquellos años era el jazz, que es una música sin letra, en tanto que la música en que nos formamos los de mi generación ha sido el rock, y el rock cantado en inglés. Por no hablar ahora del ascendente del cine americano, claro'.

Fresán, que desde hace casi dos años reside en España, pertenece a una hornada de escritores hispanoamericanos a quienes las razones que los han empujado a abandonar su país no son de carácter político, sino más bien la necesidad de ampliar sus horizontes culturales y sus expectativas profesionales. 'Hubo un momento', concluye, 'en que yo sentí claramente que si seguía escribiendo, iba a tener que hacerlo desde fuera. Fue algo compulsivo, como cuando uno siente que ha de cambiar de dieta. Que el país elegido fuera España es una cuestión de comodidad. Por lo demás, éste era un país en el que yo mismo ya venía siendo editado. Hay una diferencia, en cualquier caso, entre escribir aquí o en Argentina. Y en un caso como el mío, el hecho de venir aquí como periodista te obliga a leer un país para poder narrarlo, lo cual supone ya un importante ejercicio'.

Rodrigo Fresan (Argentina, 1963). Su último libro es Mantra (Mondadori).

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