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Reportaje:

Entre rejas por defender a los débiles

La novelista india Arundhati Roy paga con un día de cárcel sus críticas a los jueces

Pasó 24 horas en prisión, en Tijar, la cárcel más grande de India, y ayer por la tarde salió de la celda con la cabeza alta. Arundhati Roy, una de las escritoras indias más conocidas en todo el mundo, cumplió la 'simbólica' sentencia carcelaria impuesta por el Tribunal Supremo de su país por desacato a la autoridad judicial, pero no se retracta de sus ideas. Pagó también una multa adicional de 2.000 rupias (42 dólares), que la libra de pasar otros tres meses encerrada entre rejas. 'He pagado la multa. He hecho saber mi opinión y la sigo manteniendo. Los ciudadanos de este país deben defender sus derechos', explicó a los periodistas que aguardaban junto al penal.

No sólo reporteros esperaban a Roy. Cientos de sus compatriotas mantuvieron una vigilia de 24 horas frente a la cárcel y le dieron ayer una bienvenida de heroína. Para ellos, el hecho de que esta mujer de 40 años haya cosechado fama mundial con su best seller The God of Small Things (El dios de las pequeñas cosas), editado en 21 países, tenía poca importancia.

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Más bien homenajeaban su coraje y desplante ante las autoridades. Celebraban su implacable campaña en contra de la construcción de un gigantesco pantano en el río Narmada, en el oeste de India. Y, principalmente, festejaban su decisión de seguir con la lucha independientemente de los obstáculos que encuentre en el camino. 'La multa no fue a cambio de una disculpa. La multa formaba parte del castigo. Estoy, por supuesto, horrorizada por el veredicto, pero no me retracto de nada de lo que dije'.

Roy mantiene un pulso con las autoridades indias desde años atrás. Se ha unido a manifestaciones para paralizar las obras del Narmada, ha publicado artículos críticos con el Gobierno y, como dijo antes de entrar en prisión, está preparada para sufrir las consecuencias. Le mueve su espíritu por ayudar a las gentes que se verán afectadas por la construcción de una presa hidroeléctrica en un río que ya está salpicado de pantanos. Y responde también a un fuero interno que le exige extender los derechos civiles más alla del coto privado de la élite política e industrial de este inmenso país asiático.

Los detractores del proyecto Narmada alertan de que 40 pueblos quedarán enterrados bajo las aguas de la presa. Advierten además de que hasta 40.000 personas deberán desplazarse y sentar raíces en territorio desconocido, sin el apoyo de familiares y miembros de su comunidad original. 'Los números solían hacer que mis ojos los esquivaran. Nunca más. No desde que comencé a seguir la dirección que me apuntaban', escribió hace tres años en un ensayo.

Éste y otros artículos la colocaron en el punto de mira de las autoridades. Las manifestaciones que encabezó proporcionaron munición adicional. A principios del año pasado, el Tribunal Supremo escuchó la primera querella contra la novelista y ocasional actriz. Roy tuvo que defenderse de haber amenazado con matar a varios abogados en el calor de una manifestación. El caso subió de tribunal en tribunal hasta que el Supremo desestimó la acusación por infundada.

No obstante, los jueces descubrieron otros motivos para seguir con el calvario judicial. Leyeron con detenimiento el texto de defensa de la propia Roy y entre sus párrafos hallaron signos de rebeldía suficiente como para llevarla una vez más al banquillo de los acusados. Roy hablaba de 'una inclinación inquietante por parte del tribunal para silenciar las críticas, amordazar la disidencia y acosar e intimidar'. El alto magistrado lo interpretó como desacato y una causa política, centrada en el uso de los recursos de la tierra, se convirtió esa misma jornada en campaña por la libertad y los derechos civiles.

Arundhati Roy está acostumbrada a la polémica. Un gobernante de Kerala, ciudad donde vivió hasta los 16 años, tachó de 'veneno anticomunista' su primera y premiada novela. Antes, en 1994, ella misma arremetió contra otro trabajo celebrado en Occidente, la película de Shekar Kapur Bandit Queen. La futura novelista protestó entonces por la explotación de la protagonista del filme, Phoolan Devi, una reconocida mujer india que saltó al otro lado de la ley tras sufrir una violación en la adolescencia. Roy nunca ha callado y no parece dispuesta a hacerlo después de su experiencia en la cárcel.

AP

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