Jerez impuso su ley
Jerez es mucho Jerez. Lo decimos de vez en cuando y lo oímos decir, y como es una de esas verdades que no tienen vuelta de hoja, la controversia ni se plantea.
Una parte con la guitarra en concierto de Moraíto, que hoy representa el sonido más neto e identificable de Jerez. Aunque no fuera su mejor concierto, por un tanto irregular y carecer de hilo conductor que ordenara los distintos temas. Por añadidura, casi no oímos el primer cante de Luis el Zambo por problemas en su micrófono. Pero cuando la guitarra de Moraíto se puso en su sitio -por siguiriyas, por bulerías- fue de verdad la campana gorda que nos lleva directamente a la gloria.
La segunda parte era de baile, con el madrileño Alejandro Granados y la sevillana Yolanda Heredia. Por fortuna, se rodearon también de jerezanos, un quinteto de cantaores y palmeros de verdadero lujo, y que interpretaron sin aspavientos el mejor arte de la fiesta y el compás. La ronda inicial de soleares al golpe fue ejemplar; la final por bulerías con baile, maravillosa.
Sabor añejo
Moraíto (guitarra). Alejandro Granados (baile), con Antonio Malena, Luis Moneo, David Lagos y Tequila de Jerez (cante). Teatro Villamarta, Jerez de la Frontera, 5 de marzo.
Granados bailó alegrías y soleares, con morosidad y complaciéndose en las suertes. Fueron bailes excesivamente largos, error en el que caen con frecuencia muchos profesionales, que quizá lograrían mayor calidad e interés si se sometieran a un severo ejercicio de síntesis.