La casa de Mazandarán
A Askari
Pashaí
Mientras nos cercaba la noche,
subimos a la araucaria.
El tiempo se mecía en el columpio.
El amor dormía en la frescura de la hierba.
Un eco de antiguas danzas
se arremolinaba en torno al nogal
y el recuerdo de los potros estremecía los campos.
Sobre la casa silenciosa
Marte imponía su estirpe
mientras los tenaces grillos
apuntalaban la oscuridad.
Toda la vida transcurrió en aquellas horas:
el deseo inicial se desgarró entre las zarzas,
la música atravesó los espejos,
un pueblo doliente apareció en la negrura,
los amigos muertos, en el llanto.
Pero la mano del aire se posó sobre el dolor
y en la voz del muchacho se desangró el pasado.
Se amansaron las sombras.
El amor dormía en la frescura de la hierba.
¡No te despiertes,
no entres en la rueda!
Y coronamos de jazmines la aurora.
Cuando abrió los párpados
floreció un poema.
Clara Janés (Barcelona, 1940) es autora de Lapidario (Hiperión) y Arcángel de sombra (Visor). En mayo publicará Paralajes (Tusquets).
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