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Reportaje:

Todavía barreras en el siglo XXI

Una coordinadora de minusválidos denuncia 'graves deficiencias' de acceso en edificios públicos de Pamplona

Un minusválido tendría dificultadas para ser parlamentario en Navarra. Y no podrá asistir como espectador a los plenos en el palco de invitados del nuevo edificio de la Cámara. Tampoco podrá disfrutar al completo de las instalaciones del flamante Auditorio-Palacio de Congresos que se levanta en Pamplona y tendrá serios problemas para acceder al gran centro polideportivo público Larrabide que se edifica en la capital navarra.

En pleno siglo XXI se sigue construyendo con absurdas barreras arquitectónicas. Y se ocultan planos a las asociaciones de minusválidos o se les insta a esperar a la finalización de las obras con la añagaza de estudiar después sus peticiones de accesibilidad. Aunque parezca mentira, las instituciones públicas, al menos las navarras, incumplen flagrantemente sus propias leyes, en las que se exige el compromiso de diseñar edificios adaptados a todos los ciudadanos, incluso a aquellos que presentan minusvalías físicas y sensoriales.

La Coordinadora de Disminuidos Físicos de Navarra firmó en mayo de 2001 un convenio con el Ayuntamiento de Pamplona para la creación de un gabinete dedicado específicamente al estudio de las barreras arquitectónicas, el único de sus características existente en España, con el objetivo de velar por el cumplimiento en la capital navarra de la ley foral de 1988 sobre eliminación de barreras. Tras siete meses de actividad, sus responsables han dado a conocer el balance negativo. 'Grandes edificios públicos de todo tipo, llamados a ser catalizadores de la actividad cultural, deportiva, asociativa o de ocio que se construyen actualmente en Pamplona, presentan barreras arquitectónicas graves', señala el arquitecto Paco Morente, vicepresidente de la Coordinadora de Disminuidos.

La enumeración de deficiencias resulta sonrojante. En el hemiciclo del nuevo Parlamento navarro no tiene cabida una persona con silla de ruedas, no existen plazas de aparcamiento para minusválidos, se ha previsto un único acceso adaptado para un inmueble de cinco alturas y existen problemas con la anchura de puertas y la altura de los mostradores de información.

A escasos metros del futuro Parlamento, el acceso desde el exterior a la cafetería-restaurante del proyectado Auditorio-Palacio de Congresos sólo se podrá hacer salvando 17 escalones. Además, existen 'serias dudas' sobre el acceso al principal recinto expositivo del complejo.

En el gran centro polideportivo Larrabide, a los disminuidos navarros se les negaron los planos para su análisis. Tras reclamarlos y descubrir sus 'numerosas deficiencias', se les contestó que acabarían la obra antes de considerar sus alegaciones. Desde los tornos de acceso, hasta la ausencia de pasamanos en las escaleras, pasando por la falta de baños adaptados, casi todo en el complejo deportivo incumple la normativa. El acceso a la cafetería sólo tiene escaleras y no hay plazas para minusválidos en los garajes.

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El arquitecto Jon Laurenz, miembro del Gabinete de Barreras de la coordinadora, destaca que la eliminación de barreras no se limita a instalar 'una rampa más o menos bien hecha', sino que afecta a aspectos como 'los accesos, las distancias y anchuras de maniobra, la accesibilidad a los distintos servicios, la movilidad interior e incluso la iluminación'.

Otro ejemplo más de discriminación se da en el centro cívico del barrio de San Juan, un complejo edificio que incluirá una piscina cubierta para los vecinos. Pero los vestuarios y duchas están en otro piso, al que se llega por escaleras.

Pero no todo ha sido negativo. Otros proyectos supervisados por el Gabinete de Barreras, como el polideportivo de Mendillorri, el paseo amurallado de Ronda o las piscinas de Ansoain, sí incorporaron las sugerencias de accesibilidad.

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