Cumbre genial de la obra de Gades
Hacía años, muchos, que no me alcanzaba la emoción ante un espectáculo como esos 15 minutos finales de Fuenteovejuna. Toda la obra es un portento de rigor artístico, de integración anímica en la epopeya de un pueblo que se levanta como una sola voz contra el poder abusivo y transgresor.
Antonio Gades vuelca en esta Fuenteovejuna toda su sabiduría escénica, cuanto ha experimentado por sí mismo a lo largo de casi medio siglo de carrera. Y si hasta aquí había logrado elevarse a la categoría de mito, Fuenteovejuna es ya una sublimación fascinante de todo lo mejor que podemos contemplar en un escenario.
Es lógico que la peripecia que se cuenta en Fuenteovejuna impactara a un hombre como Gades, tan pueblo él, tan ideológicamente en sintonía con esa historia de inocentes violados / violentados por el poder. Una historia que no se puede contar mejor que como la está contando Gades con el Ballet Nacional de España. Así se cuenta, ejemplarmente, en danza con un sentido y una coherencia que hacen fácilmente comprensible lo que vemos, sin tiempos muertos, todo fluido, lúcido y sin desmayos.
Fuenteovejuna
Ballet Nacional de España. Coreografía, dirección e iluminación: Antonio Gades. Teatro Villamarta. Jerez de la Frontera, 27 de febrero.
El Ballet Nacional de España, sin estrellas deslumbradoras, es un instrumento de primer orden en manos de Gades. Más allá del puro mimetismo interpretativo que a veces cae en la rutina, yo diría que participa por derecho propio en una labor creativa llena de identificación con lo que se le pide.
Con la música Gades hace una auténtica investigación, sobre todo en el folclor español que es lo predominante. Un folclor en el que todo el pueblo es protagonista, y que marca sus estados anímicos de manera admirable. Hay algo de flamenco, no mucho, pero el cante por soleá de Palacín y los trenos siguiriyeros que subrayan la violación son estremecedores.
La iluminación es otro de los instrumentos que Gades utiliza magistralmente en esta Fuenteovejuna que nunca querremos olvidar. Una luz que pinta, que puede definir un momento, un estado de ánimo, un desespero. Una belleza.
Babelia
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