Doce países de la Unión Europea abandonan sus viejas monedas para culminar el cambio al euro
La nueva divisa europea se ha depreciado un 3% frente al dólar desde el 1 de enero pasado
Con nostalgia, pero sin dramas, 304 millones de ciudadanos de la UE darán esta madrugada un emotivo y definitivo adiós a sus viejas monedas nacionales y el euro se convertirá en la única divisa de curso legal en los 12 países de la zona euro. El trascendental paso en la construcción europea deja atrás siglos de historia gracias al 'éxito sin precedentes', en palabras del presidente de la Comisión, Romano Prodi, que ha supuesto la magna operación iniciada el 1 de enero, cuando los ciudadanos empezaron a utilizar la nueva moneda movidos por un entusiasmo que sorprendió a los más optimistas.
La revalorización de la nueva divisa frente al dólar estadounidense en los primeros días de su aparición en las calles, cuando rondó los 0,91 dólares por euro, se ha quedado en un espejismo. El euro ha perdido un 3% de su valor frente al billete verde desde comienzos de año y acumula ya una depreciación superior al 20% desde su estreno en los mercados internacionales, el 1 de enero de 1999. Ayer se cambiaba a 0,8637 dólares.
Cuatro países (Alemania, Holanda, Irlanda y Francia) ya habían enterrado oficialmente sus antiguas divisas en días pasados, pero el límite para hacerlo en los otros ocho países, incluido España, concluye a las doce de la noche de hoy. En la práctica, los consumidores son quienes, una vez más, se han adelantado y desde finales de enero han utilizado casi en exclusiva la moneda europea en sus transacciones comerciales. A partir de mañana, quienes aún tengan antiguas monedas o billetes sólo podrán canjearlos en los bancos.
El 'indiscutible éxito' del que habla el comisario de Asuntos Económicos, Pedro Solbes, está basado en hechos registrados desde comienzos de año. El 1 de enero, el 80% de los 200.000 cajeros de la zona euro ya distribuía billetes de la divisa única y, sólo dos días más tarde, prácticamente el 100%. En sólo una semana, el 75% de las operaciones comerciales se hacían únicamente en euros. A finales de enero, el 95% de las máquinas que funcionan con monedas ya habían sido adaptadas. El 1 de febrero, el 60% de los viejos billetes ya estaban depositados para su destrucción o reciclaje en los bancos nacionales, aunque aún se desconoce cómo se reflejarán en las contabilidades nacionales las enormes cantidades de dinero que nunca serán devueltas por dejadez, olvido o coleccionismo.
Las lagunas del cambio
Frente a estos datos positivos, también ha habido lagunas. En Italia, el índice de adaptación de cajeros fue muy bajo en los primeros días y la llegada de la nueva moneda fue recibida con críticas por parte de tres ministros del Gabinete de Silvio Berlusconi, y después, con la dimisión del titular de Exteriores, el europeísta Renato Ruggiero. Los problemas de distribución y almacenamiento, tanto de euros como de viejas monedas, también causaron problemas de abastecimiento en las primeras semanas. Además, el uso de las monedas de uno y dos céntimos han originado tantos problemas que algunos países, como Finlandia, han decidido no emplearlas y redondear precios a fracciones de cinco céntimos.
Pero el factor más negativo sobre los ciudadanos fue el efecto del redondeo. La inflación en la zona euro pasó del 2,1% de diciembre al 2,5% en enero y, aunque el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión insisten en que el alza se debe a los aumentos de impuestos indirectos y de frutas y hortalizas, las denuncias públicas de ciudadanos sobre esos redondeos al alza se han repetido con insistencia.
Políticamente, la llegada del euro no sólo contribuye a aumentar el sentimiento ciudadano de identidad europea, como han repetido los líderes de la UE, sino que ha supuesto un vuelco de opinión en las poblaciones de los tres países (Reino Unido, Dinamarca y Suecia) que no se han sumado a la unión monetaria. Los tres ya han anunciado consultas populares en 2003 o 2004 para decidir si se suman o no a la eurozona en pleno descenso del porcentaje de quienes hasta ahora se oponían.
En estas semanas, además, el presidente del BCE, el polémico Win Duisenberg, ha sorprendido a todo el mundo al anunciar que dejará su cargo el 9 de julio de 2003, el día de su 68º cumpleaños.
Ahora, como dicen Solbes y Duisenberg, llega la hora de 'explotar' el éxito del euro. Sobre todo con la puesta en marcha de profundas reformas para mejorar la competitividad de la economía europea. La cita de la próxima cumbre de Barcelona será clave. Por eso, el ministro español de Economía, Rodrigo Rato, afirmó ayer ante el Parlamento Europeo que la gran aceptación ciudadana del euro demuestra también apoyo de los europeos a los procesos de integración y de reformas económicas.
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