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Reportaje:

Firmes candidatas

Rosa, Bisbal y Bustamante presentan baladas, ritmos latinos y otros éxitos de laboratorio para Eurovisión

Que ganar el Festival de Eurovisión se haya convertido en una cuestión de interés nacional demuestra la coherencia de un país que se toma muy en serio la presidencia comunitaria resucitando algo que quizás convenía dejar morir. Fiel a este reto de rejuvenecer los objetivos patrios apelando a un pasado espectral, el ex concursante Álex pasó por la Academia para lanzar un mitin a favor de la juventud del PP que avergonzó a muchos de sus seguidores e hizo juego con el videoclip en memoria de esos viejos festivales afortunadamente superados. Una vez olvidado el pavoroso paréntesis Disney de la semana pasada, la gala fetén volvió por sus fueros el pasado lunes.

Volvió Carlos Lozano, positivo como siempre, aunque me pareció que, en un momento dado, mientras anunciaba uno de los muchos productos publicitados durante la gala, se le escapaba un gazapo que sonó a anuncio del cartel de Medellín: 'Compren este disco para la gente que necesita ayuda para la droga'. Y volvió el jurado, que nos permitió gozar de nuevo de la sin par Pilar Tabares, reencontrarnos con la fluvial locuacidad de un José Luis Uribarri de mefistofélica perilla que robó la película con sus intervenciones y descubrir una nueva profesión de dudoso futuro: especialista en Eurovisión. Y, finalmente, volvieron los tres concursantes, que, sin sus colegas, parecían algo desamparados.

Esta segunda parte del concurso es mucho menos emocionante que la primera. A Bisbal le falta la rivalidad de Chenoa y Manu, y a eso se le suma que el pollo eurovisivo suscita entre los españoles una pasión parecida al esquí de fondo. De las 500 canciones presentadas, fueron seleccionadas nueve. Tocaron, pues, a tres por barba, lo cual triplicó la dosis habitual de Bustamante (intenso pero muy descentrado), Bisbal (arrollador y sobrado) y Rosa (correcta pero melancólica, lánguida, como se queda uno después de adelgazar demasiado, de que te pase por encima la apisonadora de la fama o de que el cuerpo te esté pidiendo a gritos un plato de jamón de Trévelez). La sesión del lunes nos permitió confirmar algo que muchos todavía no habíamos logrado olvidar: salvo honrosas excepciones, las canciones candidatas a Eurovisión suelen ser auténticos bodrios. Baladas, marcheta latina, remedos de chumpa-chumpa y música celta y otros éxitos de laboratorio fueron sucediéndose, aderezados por los comentarios de un jurado que pudo comprobar el tirón popular de Bisbal y que, tras la actuación promocional de un Lenny Kravitz enlatado, decidió que las canciones que pasarán a la próxima eliminatoria sean Un sueño especial y Europe's living a celebration (Rosa), Más de mil noches y La magia del corazón (Bustamante) y El alma en pie y Corazón latino (Bisbal).

La expresión que utilizó el jurado para definir estos portentos melódicos que aspiran a representar a España en Eurovisión fue 'firmes candidatas'. Parece el título de una peli porno.

[La gala de Operación Triunfo del pasado lunes consiguió una audiencia media de 8.808.000 espectadores, con una cuota de pantalla del 52,9%].

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