Cambalache telefónico
Cuando se habla de Argentina, para bien o para mal, se suele recurrir al tópico del tango, en sus casi infinitas derivaciones. Siguiendo ese tópico habría que desempolvar la letra del tango Cambalache, una de las canciones más lúcidas que se hayan escrito jamás, para describir la situación a la que se enfrenta el nuevo presidente de Telefónica de Argentina, Miguel Ángel Gutiérrez. Si la renombrada pieza de Discépolo narra la locura y la sinrazón del siglo pasado, a la mayor filial latinoamericana del grupo parecen amenazarle todos los males en el nuevo siglo: recibos impagados, incertidumbre regulatoria, caída del consumo, tarifas en el aire, devaluación de la moneda...
Pese a ello, este porteño de 43 años, casado y con tres hijos, está dispuesto a afrontar el desafío con buen ánimo, haciendo valer su experiencia en terrenos difíciles, pues no en vano durante los últimos seis años ha sido el responsable mundial en mercados emergentes de JP Morgan, firma para la que ha trabajado durante 21 años.
Argentina no figura como país emergente aunque se encuentre en permanente situación de emergencia. No en vano, la primera preocupación de Gutiérrez será la de asegurarse el cobro de los recibos en un Estado que reconoce oficialmente que casi la mitad de su población se encuentra en el umbral de la pobreza. La segunda inquietud será saber cómo va a cobrar las facturas, ya que la falta de liquidez del país ha multiplicado los instrumentos monetarios: patacones, pesos, dólares...
Para enfrentarse a esa situación, Gutiérrez cuenta con un amplio bagaje profesional y una 'sensibilidad social' de la que presume. No en vano, es fan del actor y dramaturgo Enrique Pinti, una especie de Dario Fo argentino, que denuncia con humor pero con crudeza los males que afectan al país del Plata. El presidente del grupo, César Alierta, le ha elegido no sólo por su currículo, sino por su condición de argentino (aunque de padres maragatos), intentando borrar una cierta imagen de colonialismo de etapas anteriores, en las que los máximos dirigentes de la filiales eran españoles y nombrados desde Madrid.
Gutiérrez no lo tiene fácil. Telefónica de Argentina ha visto caer un 34,4% su beneficio neto en el último año fiscal, y eso que lo peor estaba aún por llegar. Para el intento, este amante de la naturaleza promete apoyarse en sus valores de 'ética y honestidad' y dirigir la compañía con 'absoluto profesionalismo'. Por si acaso, acaba de leer La trampa, un desencantado análisis de los peligros del neoliberalismo que abrazó Argentina.
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