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La destitución del 'número dos' y la dimisión de tres dirigentes agrava la crisis en CC OO

José María Fidalgo logra que la ejecutiva del sindicato apruebe la salida de Rodolfo Benito

La crisis de CC OO se saldó ayer con la destitución del número dos, Rodolfo Benito, y la dimisión de otros tres miembros de la dirección: Paloma López, Antonio Rey y Javier Fernández. Ese desenlace del enfrentamiento de Benito con el líder del sindicato, José María Fidalgo, confirma la quiebra de la mayoría en dos sectores, que se suman al grupo ya desgajado de los críticos que encabeza Agustín Moreno. La remodelación de la dirección contó con el apoyo de 15 miembros de la ejecutiva y 11 votos en contra y el respaldo de 18 de los 31 líderes de federaciones y uniones territoriales.

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La propuesta de remodelar la dirección (secretariado confederal) que ayer presentó Fidalgo, limitada a la destitución de Benito, provocó la dimisión en cadena de los tres sindicalistas que llegaron con él a la dirección. Pese al estallido de la crisis, Fidalgo negó que exista una fractura en el sindicato, y limitó el problema a 'un ajuste en la dirección que no quiebra absolutamente nada'.

Benito y Paloma López, en cambio, hablaron claramente de crisis y fractura, y aseguraron que lo que hasta hoy era la mayoría de la central debe abrir un periodo de reflexión ante lo que consideran 'una situación sin precedentes, ya que en periodos entre congresos no se había producido nunca un cambio de la dirección'.

La dimitida secretaria de Política Social y Migraciones considera inadmisible el reto que ha presentado el dirigente del Metal, Ignacio Fernández Toxo, al secretario general, al insinuarle que, si abría el periodo de reflexión pedido por otros dirigentes, tendría que presentar su dimisión.

Falta de sintonía

El hasta ahora número dos asegura que Fidalgo siguió ayer sin dar argumentos para adoptar tal decisión. El líder de la central informó de que el resultado de su reflexión de las últimas semanas es que considera inevitable la destitución del responsable de Organización y Comunicación. No fue muy explícito en la descripción de los motivos. Tan sólo apuntó que se han producido 'chirridos y ruidos', que no puede haber dos voces en la mayoría y reconoció una clara falta de sintonía que hace ingobernable la situación.

Ninguno de los dos admitió la posibilidad de que se convoque un congreso extraordinario. Para promover esa posibilidad, los estatutos de la central sindical exigen que quienes quieran convocar un congreso extraordinario tengan la mayoría absoluta del consejo confederal o estén respaldados por federaciones y uniones territoriales que reúnan dos tercios de los 900.000 afiliados.

El secretario general de Comisiones Obreras no cree que se llegue a ese desenlace y ayer, día en el que cumplía 54 años de edad, pretendía dejar zanjado el problema. 'Para mí éste es un asunto pasado', afirmó.

'Nadie me ha hecho la propuesta de convocar un congreso extraordinario'. También intentó minimizar las consecuencias de este enfrentamiento al asegurar: 'Me siento tan apoyado como el día en el que resulte elegido secretario general'. Entonces, en abril del año 2000, gracias a su alianza ahora quebrada con el grupo de Benito, y a la retirada del tercero en discordia para suceder a Antonio Gutiérrez, Ignacio Fernández Toxo, obtuvo un respaldo del 71% de los delegados del congreso.

Para Benito, si tiene que haber un congreso extraordinario, debe ser el secretario general el que lo convoque. Según sus cuentas, él tiene el respaldo de 15 secretarios generales que ayer se opusieron al cese y 10 que lo respaldan.

Diferencias de recuento

El recuento que hace el grupo de Fidalgo es distinto: ayer se produjeron 13 voces críticas (dos de ellas sin desautorizar al secretario general) y 18 favorables a la destitución. La aprobación formal del cese en la ejecutiva se produjo por 15 votos contra 11. Tras hacerse efectiva esa destitución y las tres dimisiones, los actuales miembros del secretariado se reparten las responsabilidades que tenían. Esa nueva distribución queda así: Organización, José Luis Sánchez; Relaciones Institucionales, Estudios, Política Social y Coordinación de Fundaciones y Gabinetes Técnicos, Salvador Bangueses; Política Sectorial y Migraciones, José María Díaz Ropero; Formación Sindical y para el Empleo, Gregorio Marchán, y Finanzas y Servicios, Andrés Gómez. El gabinete de prensa, antes responsabilidad de Benito, pasa a depender del secretario general y estará coordinado por Luis María González.

Para el sector crítico, este desenlace de la crisis es 'una irresponsabilidad'. Su líder, Agustín Moreno, vaticina que el conflicto no queda cerrado y que el de ayer es 'el primer acto de una crisis que seguirá en el consejo confederal y en la vida diaria de la central'. Este grupo asegura que la decisión adoptada 'supone dejar a medio sindicato fuera y un giro a la derecha'. Además creen que va a generar 'debilidad dentro de la organización para hacer frente al Gobierno del PP y a su ofensiva para reformar la negociación colectiva y el seguro de desempleo'.

Los críticos votaron en contra de la destitución de Benito, pese a que éste apoyó en 1996 la exclusión de su grupo porque sostienen que 'a la pluralidad y a la expresión de discrepancias no se puede responder con purgas y con falta de democracia'.

Rodolfo Benito (izquierda), y José María Fidalgo, ayer durante la reunión en la sede del sindicato.
Rodolfo Benito (izquierda), y José María Fidalgo, ayer durante la reunión en la sede del sindicato.RICARDO GUTIÉRREZ

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