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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Verdi desde Velázquez

El Año Verdi se ha alargado en España un poquito más de la cuenta. Comenzó precisamente con El trovador en el Real de Madrid en diciembre de 2000 y, en cierta medida, culmina ahora en Bilbao con el mismo título. Bilbao se ha llevado, en cualquier caso, el gato al agua. Incluso sin alcanzar el prodigioso nivel de Vísperas sicilianas en esta misma temporada. Bastó la magistral escena de Leonora en el aria 'In questa oscura notte', arropada por una escenografía intimista y magistral de Pier Luigi Pizzi, para una reafirmación colectiva de por qué queremos tanto a Verdi y a la ópera.

No acababa de despegar la representación en los dos primeros actos cuando, en el descanso, se empezó a correr en la sala la noticia de que el Athletic ganaba por dos a cero al Madrid en San Mamés. El trovador, esa ópera que habla de Vizcaya y de sus montes, tenía que predisponer al milagro y casi estuvo a punto de lograrlo el tenor canadiense Richard Margison con un elegantísimo 'Ah, si, ben mio', que precedía a una 'Pira' en la que parecía que lo fundamental era colocar adecuadamente las notas agudas. Cuando Sondra Radvanovsky, de voz no especialmente bella, se echó a sus espaldas el peso de la noche, todo cambió de inmediato y aquello alcanzó magnitudes siderales; mejor dicho, se llenó de emoción. La orquesta se había despertado del letargo del comienzo y respondía con complicidad. Pizzi, desde la escena, se recreaba en las pinturas de Velázquez, desplegaba un cromatismo sorprendente y llevaba la historia a un territorio de confidencias compartidas, de bellezas urgentes y evocadoras.

Il trovatore

De Verdi. Con Richard Margison, Sondra Radvanovsky, Larissa Diadkova, Genaro Sulvaran y otros. Orquesta Sinfónica de Euskadi. Director musical: Pier Giorgio Morandi. Director de escena: Pier Luigi Pizzi. 50ª temporada de ópera de la ABAO. Palacio Euskalduna. Bilbao, 16 de febrero.

La ABAO supo estar. Incluso se esmeraron los bilbaínos en su terreno tradicionalmente menos fuerte, el de la escena. Bien es verdad que están haciendo un gran esfuerzo por ponerse al día. Esta puesta en escena de Pizzi, procedente de Florencia y Palermo, lo confirma. Pizzi profundiza en las relaciones entre el arte y la emoción a través del color, de la iluminación, del despojamiento. Un foco, el azul intenso de un vestido, un giro geométrico de la escena, una reja, le sirven para sacar a la luz todas las pasiones de una ópera atormentada. ¡Qué sutil trabajo el del director milanés!

La Sinfónica de Euskadi fue elevando su temperatura. Los cantantes iban también manteniendo el tipo cada vez con más holgura, algo de mucho mérito en esta ópera imposible. Con todo ello, la ABAO cierra su 50ª temporada con un éxito importante. Curiosa asociación. Sin gabinete de prensa, sin funcionarios. Con la fuerza e ilusión de un grupo de aficionados insobornables, inasequibles al desaliento. No siempre les salen las cosas a este nivel, pero hay que reconocer que su entrega, su conocimiento y su generosidad son admirables. Chapeau, o txapela si ellos lo prefieren así.

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