Nostalgia del telégrafo óptico
Una red unía a principios del XIX la Torre de los Lujanes y el Observatorio del Retiro con los palacios de Aranjuez y La Granja
El desarrollo de las telecomunicaciones es tan vertiginoso en Madrid, con el despliegue subterráneo de 2.000 kilómetros de fibra óptica previsto para el año 2004, que los orígenes de su proceso parecen desvanecerse en el olvido. Pocos madrileños y forasteros saben que el Observatorio Astronómico del Retiro y la Torre de los Lujanes, en la plaza de la Villa, fueron los torreones desde los cuales Madrid pudo conectarse mediante telegrafía óptica con toda España a partir de 1800. La primera conexión unió la capital y Aranjuez en aquel mismo año.
Tres décadas después, desde Madrid fue tendida otra red para unir telegráficamente la ciudad con los Reales Sitios más próximos. En ella se previó integrar como hito la torre mudéjar de la iglesia de la Asunción de Móstoles, que se yergue sobre el cielo de la ciudad meridional madrileña desde la Edad Media. Así lo asegura el historiador y periodista mostoleño Jesús Orozco Galindo en un artículo publicado por el Instituto Jiménez de Gregorio de Estudios Históricos del Sur de Madrid, foro de la Universidad Carlos III para la reflexión sobre la vida y la memoria de esta área.
Fogatas encendidas en los torreones permitían transmitir mensajes simples a largas distancias
El Atlas histórico de las comunicaciones en España, de Ángel Bahamonde, Gaspar Martínez y Luis Enrique Otero, cita el trazado áulico de 1830 tendido por el teniente de navío Juan José de Lerena. Marino ilustrado, emigró a Estados Unidos por razones políticas. Según el ingeniero de Telecomunicaciones Sebastián Olivé Roig, historiador de la telegrafía, Lerena inició su retorno a España desde La Habana. Allí expuso sus saberes sobre la telegrafía, asunto que fascinaba a los hombres de Ciencia europeos desde 1794. El 19 de julio de aquel año, desde la ciudad norteña francesa de Lille y a través de 22 torreones, llegó a la Convención del París revolucionario el primer telegrama óptico de la historia: anunciaba la conquista de las fortalezas de Condé y Landcrecies. Era el 2 de Termidor. Cuando Bonaparte asió luego su cetro, gustaba alardear de su apoyo a la telegrafía óptica, que su compatriota Claudio Chappe desplegaría por Francia como emblema de hegemonía tecnológica, tras aplicar una idea del alemán Bergsträsse.
El telégrafo óptico consistía en un sistema de cifrado, transmisión a larga distancia e interpretación de mensajes simples, codificados en señales ópticas formadas por la combinación de posiciones de unas aspas rematadas por articulaciones e instaladas sobre mástiles encaramados encima de torreones construidos sobre alcores de gran visibilidad.
Coetáneo de Chappe fue el español Agustín de Bethencourt. Éste, por su parte, propuso incorporar a las aspas y a sus remates articulados un sistema a base de anteojos, que mejoraba en extremo la propuesta de Chappe. Sin embargo, el científico francés ignoró los descubrimientos del español y luchó con denuedo por sellarlos; pese a ello, Bethencourt logró el apoyo regio a su sistema. Con su método fue tendido el primer trazado de telégrafo entre Madrid y Aranjuez, a costa de una línea de torreones que abarcaba desde el Retiro al Cerro de los Ángeles, el Cerro del Espartal, cerca de Valdemoro, y la ciudad ribereña.
Juan José Lerena -Serena, según otros- logró conectar telegráficamente el Palacio Real con un lazareto de Carabanchel Alto adonde había sido trasladada la población enferma de cólera por una epidemia que escarneció Madrid en 1834, escribe Olivé. A la conexión entre Madrid y San Ildefonso de La Granja siguió otra entre este palacio y Riofrío. Desde la base de la Torre de los Lujanes, en la plaza de la Villa, la población madrileña siguió acontecimientos históricos cuya noticia llegaba allí por telegrafía óptica. La conexión se hacía a través de hitos separados unos 15 kilómetros. Así, por el Norte, uno de los tendidos pioneros unía Madrid con Aravaca, Las Rozas, Torrerredonda -allí se bifurcaba hacia Valladolid y Segovia- y Siete Picos. Este hito sería esquivado por el del Puerto del León, conectado al del cerro del Cristo del Caloco, junto a El Espinar.
La transmisión pretelegráfica más refinada se remonta a la Edad Media: Enrique III de Castilla, padre de un varón en la villa zamorana de Toro, informó de la nueva a Segovia. La noticia fue transmitida mediante una ahumada (fogatas de paja sobre las torres que podían ser observadas a distancias de 50 kilómetros). Curiosamente, sobre muchos de aquellos torreones, ruinosos pero con algún muro en pie, permanecen hoy instaladas antenas de telefonía móvil y señales de aquel mismo alcance.
Bethencourt, pionero envidiado
En España, la primera comunicación telegráfica se produjo entre el Observatorio del Retiro y el Real Sitio de Aranjuez en el año 1800. La ciudad ribereña era uno de los principales hitos de un futuro tendido hasta Cádiz, aunque la ampliación de aquel proyecto quedó pospuesta. Cinco años después, el teniente coronel Francisco Hurtado instaló una línea militar que unía Cádiz con Sanlúcar de Barrameda, Medinasidonia, Chiclana y Jerez de la Frontera. El sistema empleado esra de tipo semafórico. Sin embargo, los acontecimientos políticos, el exilio de la familia de Carlos IV y la invasión napoleónica, amén del marasmo provocado tras el retorno del deseado y luego felón Fernando VII, demoraron la instalación del sistema telegráfico en España. Y ello pese a que los descubrimientos ópticos de Agustín de Bethencourt (Puerto de la Cruz, 1748-Moscú, 1824) aplicados a la telegrafía, habían colocado a España en una situación inmejorable para establecer una red pionera en Europa. Como destaca Sebastián Olivé Roig, Bethencourt compareció con éxito ante un tribunal del que formaron parte científicos de la talla del francés Coulomb, uno de los padres de la electricidad. Pero la enemistad de Claude Chappe truncó la proyección mundial del científico español. La red telegráfica de los Reales Sitios de Juan José Lerena no logró acreditarse para aplicaciones civiles aunque sí, presumiblemente, para usos militares. El plan de Lerena, pese al apoyo real, naufragó al pasar su financiación desde la Real Lotería hasta el ámbito ministerial de Hacienda. El telégrafo óptico español no adquiriría entidad de red hasta 1844. Se mantuvo en condiciones de uso hasta 1954.
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