Cirugía estática
Nos advierte Rafael Sánchez Ferlosio: decir que el tiempo todo lo cura vale tanto como decir que todo lo traiciona. Nos dicen, otros, que el cambio es la fuente de toda la vida, ocultándonos que también es el camino más seguro hacia la muerte. El cambio reproduce la vida, traicionándola. Y es por eso que el arte es el intento del hombre por romper con ese destino inevitable y fatal, y dejar algo que perdure (que viva eternamente), que trascienda más allá de él mismo. Enfrentado a esto, la cirugía estética tiene mucho de cirugía estática. Se intenta moldear el cuerpo artificialmente (artísticamente) para impedir el cambio en sus dos vertientes: a) desde la negación de la temporalidad (se quitan arrugas, grasas, etcétera), para volver a ser jóvenes; b) desde la negación y no reconocimiento de las diferencias personales y físicas de cada uno de nosotros con respecto a los demás (se corrigen defectos no para ser diferente al otro, sino para ser igual al otro y diferente a sí mismo). Con la aceleración teledirigida del tiempo y la revalorización social del cambio se nos introduce en una inmoral y paradójica confrontación esquizofrénica frente a la cirugía estética/estática. El revolucionario y apaciguador avance de las sociedades 1iberales/occidentales modernas ha sido el haber convencido a sus individuos de que el núcleo de todas sus desgracias está en ellos mismos, y que tienen en sus manos el remediarlo. Si les soy sincero, yo tampoco pretendo cambiar el mundo, sólo quiero que alguien se fije en mí y me saque de esta sección de Cartas y me coloque en una pequeña y remunerada tribuna de opinión, para así poder costearme el tan deseado lifting que me quite estas bochornosas y delatoras arruguitas de los párpados.-
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