'Hemos renovado el compromiso progresista'
Tras casi ocho años al frente de la Universidad de Valencia, el catedrático de Historia Contemporánea Pedro Ruiz volverá a sus tareas docentes y de investigación pronto, cuando acabe el proceso electoral que culminará con un nuevo rector. Para Ruiz, en estos años de cambio se han consolidado rasgos característicos de la mayor de las universidades valencianas.
Pregunta. ¿Hay alguna cosa de la que se sienta especialmente orgulloso?
'No creo que pueda hablarse todavía de un sistema universitario público valenciano'
Respuesta. En el plano general, me siento en especial orgulloso de que la universidad haya consolidado, renovado y replanteado lo que es su característica, por lo menos desde la transición. Me refiero a una cultura, una manera de entender el mundo que no sé cómo llamarle, progresista o de izquierdas, pero al mismo tiempo independiente de las injerencias de los partidos políticos, unido al compromiso con la historia, la cultura y la lengua que nos identifican como pueblo y sociedad.
P. ¿Y en cuanto a aspectos más parciales?
R. Desde luego, estoy orgulloso de los cambios internos que se han producido en la universidad. Cuando llegamos no podíamos comenzar el curso y, ahora, los problemas pueden ser la organización de la matrícula o cuestiones relativas a niveles de calidad superiores. Como estoy muy orgulloso de haber introducido cosas que la universidad no consideraba suyas, como por ejemplo la música. O de esas actividades que permiten traer periódicamente a investigadores o profesores de otras universidades, a integrarse en nuestra vida académica por un periodo relativamente largo. Y estoy orgulloso de que la universidad en el exterior ha tenido una imagen muy rica y muy plural.
P. ¿Cómo valora el cambio experimentado estos años en las relaciones entre las universidades valencianas?
R. Creo que las universidades se han aproximado y han establecido unos mecanismos de encuentro y discusión de problemas comunes muy positivos y nuevos. Probablemente, porque el asunto de la segregación de Medicina de Alicante llevó a la mayoría de las universidades valencianas a adoptar una postura en común, muy clara en el caso de mi universidad, la de Alicante y la Jaume I, como por el hecho de que los planes de financiación obligaran a todas a ponerse de acuerdo.
P. ¿Podemos hablar de un sistema universitario valenciano o de un conjunto de universidades que coexisten lo mejor que pueden?
R. No creo que pueda hablarse todavía de un sistema universitario valenciano, porque eso es mucho más ambicioso y complejo, pero sí que existe entre las propias universidades un clima de diálogo, de intercambio, de encuentro que por desgracia no ha sido aprovechado por la administración.
P. ¿En qué sentido?
R. Por ejemplo, el desarrollo de la financiación por objetivos, que es una parte muy importante del plan ordinario de financiación. Para las universidades era difícil ponerse de acuerdo, pero lo han hecho, han elaborado una propuesta y la administración aún no la ha tomado en consideración.
P. ¿El plan de financiación ha beneficiado a todos por igual?
R. Algunos han salido ganando más que otros, pero lo que hay que procurar es que nadie salga perjudicado. Desde un primer momento se dijo: no todas las universidades son iguales, el plan ha de contenplar las peculiaridades. Ha de entenderse que una universidad con edificios muy antiguos, una reforma de planes de estudios de envergadura, una plantilla con muchos méritos y antigüedad y, por tanto, más cara, comporta necesidades que han ser tenidas en cuenta en la financiacón. Por eso considero que nosotros salimos perjudicados.
P. Los planes de financiación ha establecido un marco de relaciones con la Administración, pero no ha ahorrado conflictos puntuales en los últimos años a la universidad que usted preside.
R. Estos conflictos recientes, como el caso de la demora en la aprobación de la reforma de estatutos, creo que obedecen más a una determinada concepción de la política educativa o, si se me permite, una no concepción de la política educativa. Hubo una situación que marcó un poco las relaciones en ese sentido, que fue el famoso incidente de la medalla concedida por el Consell a la universidad. Creo que a partir de entonces se enfrió una relación que se había llevado, con los problemas correspondientes, pero con un cierto savoir faire de las dos partes, y comenzamos a encontrar una especie de hostilidad intuitiva, de desconfianza permanente. Y yo creo que aquello tenía una explicación, era una cuestión que nunca debió plantearse así y, por otra parte, una sorpresa de última hora que obligaba a la universidad a entrar en un determinado juego político. La universidad quiere estar al margen de presiones de unos y otros, para que nadie el día de mañana pretenda ejercerlas, sea un medio de comunicación, un partido o una asociación.
P. Con el nuevo sistema de sufragio universal, ¿se abre la posibilidad de que esas presiones puedan entrar al menos en el momento de la elección?.
R. En general va a ser así, porque va a haber más posibilidades de financiar campañas, apoyar candidatos y movilizar recursos no sólo económicos sino también simbólicos en ese sentido. Pero esta universidad ha vuelto a demostrar que no va por ese camino. Ninguno de los dos candidatos que se presentan ahora va por ahí y cuando no hay voluntad por parte de los candidatos poco se puede hacer desde fuera.
P. Estas elecciones enfrentan a dos candidatos que han sido sus compañeros en equipos de gobierno.
R. Los tres estuvimos cuatro años en el equipo de Ramón Lapiedra. Uno de ellos ha sido vicerrector los últimos años y el otro fue nombrado por mí decano de Ciencias de la Actividad Física en su periodo transitorio y, luego, director de la Universitat d'Estiu de Gandía. Son dos personas a las que conozco y aprecio.
P. ¿Esa coincidencia en la confrontación actual, le produce satisfacción o incomodidad?
R. Me produce tranquilidad. Los dos suponen que la universidad en los próximos años va a seguir manteniendo unas características para mí muy positivas, en cuanto a su compromiso con determinados valores y concepciones de la política universitaria. Y también en cuanto a su compromiso con la realidad social, las peculiaridades propias de la sociedad valenciana y ciertos valores de independencia y de vinculación progresista o de izquierdas. Eso me tranquiliza, y también el hecho de que ambos conocen bien la universidad, competentes como gestores, profesores e investigadores. Es una buena manera de pasar el testigo al que venga detrás.
P. ¿Tiene un favorito?
R. No puedo decirlo.
P. ¿Qué va a hacer ahora?
R. Escribir, leer mucho e investigar y todo ello confluye en el trabajo relacionado con la historia. Ya no tendré excusa para no ser productivo intelectualmente. Además, los rectores tenemos derecho a un año sabático. Nunca lo he tenido y ahora voy a tomármelo.
Ocho años de cambios
'Era una época en que la universidad había crecido mucho, sobre todo en estudiantes, pero también en profesorado y personal de administración, con los tremendos problemas de espacio consiguientes. Si se añade que la reforma de los planes de estudios preveía una multiplicación de grupos más pequeños y, sobre todo, con muchas clases prácticas, el problema para la universidad, durante algunos años fue garantizar un comienzo de curso normal. La forma de resolverlo era conseguir inversiones del gobierno valenciano'. Así retrata Pedro Ruiz la situación de la Universidad de Valencia en el momento de su toma de posesión hace ocho años. La solución a ese problema no se podía abordar de manera aislada, sino que había que negociarlo con las otras universidades y el gobierno. Un problema complejo que comenzó a resolverse con los primeros planes de financiación e inversiones. En los cambios experimentados durante estos ocho años por la Universidad de Valencia, Pedro Ruiz destaca la construcción del nuevo campus de Els Tarongers y 'mejoras importantes en los otros dos'. Suplir las carencias en 'despachos para el profesorado, bibliotecas, aularios, laboratorios para investigación y clases prácticas, aulas de informática, espacios para los equipos de investigación' ha sido una de las tareas de estos años. El segundo problema era que 'la universidad había heredado estudios muy diversos con estructuras muy distintas', pasando 'de muy pocos títulos a más de un centenar' y todo eso obligaba a una reorganización de los centros y de los estudios, con un agravante: 'Se partía', subraya Ruiz, 'de un presupuesto erróneo, que la reforma de los planes de estudio e implantación de nuevos estudios tendría un coste cero, pero en la práctica tenía un coste grande, de espacios, laboratorios, profesorado y de gestión'. Eso llevó a una reforma académica y posterior corrección de la reforma de los planes de estudio, que ha resultado 'muy costosa'. La tercera cuestión de envergadura que destaca Pedro Ruiz, a lo largo de sus mandatos como rector, es la organización de los actos comemorativos de los cinco siglos de la universidad. 'Si tenemos algún mérito', asegura, 'es haber planificado con tiempo suficiente la celebración del aniversario , sin improvisaciones y sin reducirla a unos cuantos actos de mucho impacto pero sin continuidad'. Tres años ha durado una celebración que culminará la semana próxima y que, según el rector, deja un sedimento 'que muchas cosas que pasará el V centenario y que seguirán desarrollándose y forman parte de la vida universitaria: exposiciones, cátedras, actividades musicales, congresos, seguirán porque una vez que se alcanza un determinado nivel, ya no se quiere bajar'. Todo ello, 'y esa ha sido una de las satisfacciones mayores, 'ha venido financiado en su mayor parte, con recursos procedentes de la iniciativa privada y social'. Pedro Ruiz destaca también la puesta en marcha de tres 'naves': la 'dels xiquets', la 'dels estudiants' y la 'Nau Gran'.
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