Poca química tras el euro físico
Tres años después de su nacimiento, el euro está depreciado un 30% con el dólar. A pesar de que las expectativas respecto a la moneda europea apuntaban hacia su apreciación, ni siquiera en 2001, un año de incertidumbres económicas y políticas en Estados Unidos, logró el euro un impulso duradero. Sus movimientos al alza fueron puntuales, y en promedio anual su cotización con el dólar fue ligeramente inferior a la del año anterior.
En el primer mes de 2002, el optimismo sobre la recuperación de la economía estadounidense ha llevado al euro a niveles mínimos desde el pasado verano. Ni siquiera la aparición de la moneda física ha ayudado.
Su evolución durante buena parte de sus tres años de existencia refleja notables asimetrías. Empíricamente se observa que el euro no reaccionó igual a las noticias procedentes de uno y de otro lado del Atlántico. Ignoró las buenas noticias europeas pero se depreció con las malas. Un comportamiento que sólo puede explicarse, como señalan en un reciente artículo Galati y Ho, dos economistas del Banco Internacional de Pagos, por la persistencia de un sentimiento negativo hacia Europa entre los inversores, decepcionados por la depreciación acumulada del euro, o por la percepción más optimista a medio plazo sobre la economía estadounidense.
El diferencial de productividad que existe actualmente entre Estados Unidos y Europa presiona a la baja al euro
Lo cierto es que durante este periodo se han buscado diversos argumentos para explicar el comportamiento del euro. Primero fueron las sorpresas positivas en el crecimiento de Estados Unidos, luego las elevadas rentabilidades ofrecidas por esta economía, y recientemente la existencia fuera de la UEM de un elevado volumen de marcos alemanes y otras monedas europeas, que se cambiaron a dólares antes del canje físico del euro en 2002. Pero, se seguía sosteniendo, en general, que la divisa europea estaba significativamente infravalorada respecto a su nivel de largo plazo, que la mayor parte de los estudios situaban por encima de la paridad. Ahora bien, considerando los años noventa y utilizando el diferencial de productividad entre Europa y Estados Unidos que ha tenido una tendencia decreciente desde 1995, se empieza a admitir que el nivel de equilibrio del dólar-euro está por debajo de la paridad.
Por lo tanto, su cotización actual no está muy alejada del equilibrio. Con las previsiones actuales, este diferencial de productividad continuará avanzando a favor de Estados Unidos en los próximos meses, presionando a la baja a nuestra moneda.
Mayte Ledo es economista jefe para OCDE y Mercados del Servicio de Estudios del BBVA.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.