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Columna
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Socialista, el PP te espera, alístate

Ahora que se agotan vaticinios y apuestas, sobre el futuro del PP, tras el bizarro anuncio de Aznar, los socialistas despliegan su bandera de combate: frente a la estratagema conservadora, la estrategia del progreso. Y han pretendido echarse al monte, sin saber ni por dónde. Tanta molicie les ha secado el olfato y no perciben la fragancia de la rosa ni la realidad de cada día. A muchos, la calle se les antoja un territorio hostil, salvo para corrérsela viernes y sábados noche, sin más identificación que su horóscopo. Cierto que el personal anda muy escamado con eso de la política, y los jóvenes, en particular, que creen que el PP es un nuevo índice bursátil, y el PSPV una congregación tan enclaustrada, como las monjitas de San Damián.

Pero nos vamos a enterar. Hace poco, el consejo territorial del PSPV diseñó las líneas maestras de su campaña, seguros de que en el 2003 llegará la lucha final. La dirección del partido ha hecho otro llamamiento, para la conquista del poder perdido. Se ha percatado, por fin, de que el PP se deteriora lenta, pero irremediablemente: las adherencias de la corrupción lo delata. Pero despertar a una oposición reverencial y resignada, también tiene su miga. Más de un cargo público recela de lo bueno por conocer y se pasa por el forro la celebración de esos ardores. Así se les escapó Gescartera, en su conexión valenciana. Mientras, crecen la inseguridad y el coste de la vida a la sombra del euro, arden coches, y se pierde empleo y poder adquisitivo, y el Gobierno de Zaplana nos endosará, antes o después, una deuda descomunal. Pero más allá de sedes y reuniones internas, al PSPV lo malvan las dudas y el canguelo. Sólo de puertas adentro alardea de iniciativas y coraje. Algo que tiene que revalidar a la intemperie, demostrárselo al ciudadano y ofrecerle alternativas convincentes y participadas.

El análisis de la dirección del PSPV ofrece aspectos interesantes, pero llega algo tarde y con poco gas. Perderle el miedo a la calle, liberarse de complejos y de lastres que devienen debilidades, es perentorio. Y, cuidado, no se trata de ganar solo el voto descontento del PP, sino también el voto descontento del PSPV, y de todo el pueblo. Porque hablamos de un partido de izquierda, ¿o no? La política de pactos de Estado es procedente, si beneficia a la mayoría. Pero si el PP incumple, con arrogancia, insistir lleva al pactismo, y el pactismo es toreo de salón. Cuidado con la involución autonómica: la apuesta de Rita Barbera por las diputaciones es la clave de la trampa que oculta la propuesta de la 'segunda descentralización'. Y muy elocuente, el duelo canónico en el comité federal, entre Zapatero e Ibarra. Toda una pieza de concilio plenario: uno con el Nuevo Testamento -lo de la mejilla-, y el otro con el Antiguo -lo del ojo por ojo-. Por último Zapatero citó a Santa Teresa: 'La paciencia todo lo alcanza'. Sí, mire, pero más política y menos mística. O Aznar abrirá la recluta: Socialista, el PP te espera, alístate. El PP ha sido las Américas de nuestros abuelos. Y son mucho los oportunistas de todo color que emigraron al pasteleo y han hecho fortuna. O el PSPV espabila o este país tan largo se los deglute, como si tal cosa.

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