La joya de la Semana Santa
Antonio Durán narra la búsqueda de un diamante perdido en la Sevilla del siglo XVII
Un tallista de origen sefardí que en el siglo XVII recibe el encargo de pulir en España, bajo un secreto absoluto, un diamante gigantesco; un sacerdote sevillano de la época que inicia una investigación sobre la piedra preciosa; una joyera descendiente del judío sefardí residente en Nueva York y un historiador que a finales del siglo XX protagonizan una intriga en torno a esa leyenda, con el trasfondo de la Inquisición y la Semana Santa sevillana. Ésos son los elementos con los que Antonio Durán Guardeño, un profesor de matemáticas de la Hispalense, ha tejido la trama de su primera novela, La luna de Nisán, publicada por Debate.
Este catedrático de Análisis Matemático de la Universidad de Sevilla, nacido en Cabra hace 39 años, ha tenido su primera experiencia literaria con una novela de misterio que transcurre en diversos momentos históricos (la década de los ochenta del siglo pasado, el siglo XVII, la II República y el inicio de la guerra civil) y le permite reflexionar sobre Sevilla y su Semana Santa. 'Lo que más me atrae es la capacidad de evocación de la ciudad, que durante esa fiesta anima la memoria y alimenta la imaginación', dice Durán, que ha publicado algunos libros sobre historia de las matemáticas.
En la Sevilla de los años ochenta, Sara Rotherick, una anciana joyera judía que se instaló en Nueva York huyendo del genocidio nazi en Amberes -'amante extraña, pero apasionada de la Semana Santa sevillana', precisa el narrador- hace partícipe a un historiador local, Cristóbal Quijano, de la curiosa leyenda familiar: un antepasado suyo, Saul Rotherick, llegó a la ciudad tres siglos antes para tallar secretamente una joya que se perdió en la parafernalia barroca de las cofradías. Ella misma emprendió la búsqueda del diamante.
La intriga es también una excusa para hacer un análisis de la naturaleza humana. 'El historiador percibe que detrás del relato de la joyera hay algo más, que la judía va retrasando y da sentido a que lo haya elegido a él. Es una intriga humana, con las pequeñas y grandes miserias de la condición humana, en la que cada cual arrastra la suya', comenta el autor, que ha creado una docena de personajes.
La ciudad barroca
Durán Guardeño no califica la novela de histórica. 'No es histórica exactamente. Es una intriga muy larga en el tiempo que me permite analizar diversos periodos de la ciudad', puntualiza. El escritor quiere dejar claro que no ha dado a la Semana Santa un tratamiento localista, folclórico o costumbrista. 'Aunque muchas veces se presente como un hecho que nos diferencia del resto de España y de Europa, yo defiendo un planteamiento cultural y estético de la fiesta que nos integra en Europa. Su dimensión artística y cultural no tiene sentido fuera de ella', arguye.
No ha adoptado un enfoque religioso, sino que explora la vertiente más clásica, pagana y universal de la ciudad y su barroquismo, que aparece retratada en el siglo XVII en todo su esplendor y su miseria, vigilada por la Inquisición. 'Sevilla es barroca, eso está claro, pero yo busco la recreación de mitos griegos', añade. Maese Rodrigo, el sacerdote sevillano amigo del tallista que, requerido por éste, inicia la búsqueda del diamante, es un hombre 'excesivo, como la época'. El novelista ha querido mostrar las luces y sombras de una ciudad 'con una gran capacidad para reavivar la memoria, que transporta a otros tiempos, pero que también es chovinista y provinciana'.
El Santo Oficio, 'con toda su crudeza y dureza', juega un papel importante en la obra, pero se revela al final, con el desenlace del misterio de la joya. El autor insiste en que aunque la fiesta es esencial en la trama, La luna de Nisán no es una novela sobre la Semana Santa, aunque fue el motivo que la inspiró. 'Desde la primera vez que la vi, me impresionó tanto cómo cambiaba la ciudad que empecé a darle vueltas a la idea de escribir algo sobre ella'.
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