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Crítica:DORMIR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una gran fortaleza frente al mar

PARADOR DE HONDARRIBIA, hotel monumental en el estuario del Bidasoa

Sancho Abarca, rey de Navarra, ordenó en el siglo X su construcción. Carlos V reforzó sus muros hasta los tres metros de espesor para resistir el asedio de las tropas francesas, acuarteladas al otro lado del Bidasoa. Con apenas cinco ventanas abiertas al exterior y todo un puzzle de galerías, troneras y pasadizos armado detrás de su severa fachada, el castillo que defiende la villa guipuzcoana de Fuenterrabía advierte ya desde lo lejos la reciedumbre arquitectónica de los enclaves fronterizos, mejor pertrechados para la guerra que para abrigar el sueño de los viajeros. Sólo una rehabilitación concienzuda, dispuesta a bruñir los elementos patrióticos desde un ángulo más doméstico, sin escatimar en gastos, podía determinar la nue-va utilidad del edificio como parador. Lo cual viene siendo una evidencia desde hace un lustro, cuando se procedió a la última y más completa renovación.

PARADOR DE HONDARRIBIA

Categoría oficial: tres estrellas. Dirección: plaza de Armas, 14. 20280 Hondarribia / Fuenterrabía (Guipúzcoa). Teléfono: 943 64 55 00. Fax: 943 64 21 53. Central de reservas: 915 16 66 66. Internet: www.parador.es. Instalaciones: salón de estar, sala de convenciones para 120 personas, bar, comedor. Habitaciones: 4 individuales, 31 dobles y 1 'suite'; todas con baño, calefacción, teléfono, minibar, TV vía satélite y secador de pelo. Servicios: no hay facilidades para discapacitados, admite animales de compañía, alquiler de bicicletas. Precios (todos sin el 7% de IVA): temporada alta, 93,16; temporada baja, 90,15; desayuno, 7,81; ofertas Tarjetas 5 noches, Especial 2 noches y Días Dorados. Tarjetas de crédito: American Express, Diners Club, MasterCard, Visa. Arquitectura ... 9 Decoración ... 7 Estado de conservación ... 8 Confortabilidad habitaciones ... 7 Aseos ... 7 Ambiente ... 7 Desayuno ... 5 Atención ... 6 Tranquilidad ... 7 Instalaciones ... 7

Saneados sus muros y reordenados los interiores, el parador ondabitarra sugiere hoy desde una perspectiva más moderna y confortable el mismo rigor histórico que sintieron en sus venas otros huéspedes ilustres de la fortaleza, como Felipe III, Felipe IV y María Teresa de Austria. Un ambiente propicio a la contemplación, al descubrimiento de los artificios constructivos. El patio central exhibe el argumento incuestionable de la piedra a la vista en su fría desnudez, entre humedades y jardines colgantes. Un paisaje visual que arrastra a la melancolía, reforzado en el exterior por el frecuente txirimiri del Cantábrico.

Mil y tantas batallas

Lanzas, cañones y armaduras, el paisaje metálico de mil y tantas batallas, persisten en la memoria como ornamento emblemático del salón principal, contrapunto necesario a las lámparas de diseño y demás utilería halógena, dispuesta con intenciones de modernidad.

El acondicionamiento de las habitaciones decepciona a quien llega deslumbrado por la épica decorativa que destilan las instalaciones comunes. Frente al romanticismo de unos sillares en ruinas menudean unos paramentos interiores lineales y pintados en colores terrosos, que actúan como un valium a partir de media tarde. Austero y a veces incómodo, el mobiliario basa todo su interés en la pátina artesana. Y qué decir de unas colchas y cortinas seleccionadas entre los tejidos más estridentes. Lo recomendable, en detrimento del sueño, es disfrutar de un aperitivo servido con todas las galas en el balconcito habilitado en la tercera planta, frente al estuario del Bidasoa.

ALREDEDORES

EN UN RADIO de 200 metros se alcanza a visitar el Ayuntamiento, la iglesia de Santa María de la Asunción y las casas principales de la localidad, concentradas en el entorno de la calle Mayor (Nagusia). Junto al puerto, en la zona de la Marina, se localizan los mejores restaurantes, con terrazas abiertas al exterior. En coche, la jornada da para ascender al monte Jaizkibel, desde el que se domina una amplia panorámica del Cantábrico y el estuario del Bidasoa. Más allá, al otro lado de la antigua frontera, aparece Hendaya y su magnífica playa atlántica.

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