Impotencia

Por medio de esta carta quiero comunicar el sentimiento de impotencia que sufrimos al haber recibido un servicio penoso y que colaboró, con la avanzada edad de mi abuela, a su fallecimiento. Doña Gregoria Pérez Palomar recibió una primera asistencia médica en su domicilio y fue trasladada al hospital La Paz urgentemente, según orden del médico que la atendió. Fue ingresada, aproximadamente, a las dos de la tarde, y no sé si por negligencia, dejadez, falta de medios o conocimientos, Gregoria tuvo que sufrir durante un periodo de ocho horas y treinta minutos la angustia del ahogo que padecía sin contar siquiera con una mísera botella de oxígeno o una simple silla.

A mayor abundamiento, tuvimos que soportar las malas contestaciones del supuesto personal cualificado y ver a un ser querido sin oxígeno, sin silla, sin cama y, por supuesto, sin habitación. Dadas las circunstancias, tuvo que ser trasladada al hospital Virgen de la Torre, sito en el distrito de Vallecas, en donde disponían de todos esos medios y, a lo visto anteriormente, de más ganas de ayudar.

Entiendan ustedes que no queremos acusar a nadie de ningún acto delictivo, no es éste el foro donde procede, pero tampoco podemos quedarnos en nuestro sofá llorando la pérdida de nuestra madre, tía, abuela, etcétera, que, por una falta de presupuesto, no pudo superar una crisis como la que padeció Gregoria el pasado 4 de enero de 2002. Lo que sucedió no puede tildarse de muerte natural, sino que todos los condicionantes que se produjeron crearon una situación natural para morir.