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LAS UNIVERSIDADES DE MAYORES

Los estudiantes sexagenarios aterrizan en las aulas universitarias

Unos 20.000 alumnos de entre 50 y 85 años están matriculados en más de 50 'carreras' para mayores

Era mi asignatura pendiente', 'por fín he cumplido mi sueño de estudiar en la Universidad', 'nunca pensé que, siendo de ciencias, acabaría aprendiendo arte', 'es una manera estupenda de intercambiar conocimientos'. Son explicaciones de los alumnos más veteranos de la Universidad. Al contrario que los jóvenes, el título es para ellos lo de menos. Tienen más de 50 años y la mayoría son personas jubiladas que quieren dedicar buena parte de su tiempo a seguir aprendiendo. Las clases en estas universidades de mayores no pueden ser más participativas y no se puede acusar ni a uno solo de sus alumnos de falta de atención.

Unos 20.000 estudiantes, según datos del Imserso, están matriculados en alguno de los programas de mayores que ofrecen prácticamente todas las universidades oficiales, públicas y privadas, españolas y que empezaron tímidamente su andadura en la década de los noventa. Se calcula que el 45% de estos alumnos tienen entre 55 y 59 años; el 30%, entre 60 y 64 años; el 15%, entre 65 y 69, y el 10%, más de 70 años. En los últimos años el crecimiento de la oferta y demanda de estos cursos ha ido en aumento y todo hace pensar que este nuevo tipo de educación universitaria vaya a más en las próximas décadas por la unión de dos factores: la disminución de estudiantes universitarios con la bajada de la natalidad y el aumento de la población de mayores.

Sólo el 5,8% de la población mayor de 55 años ha cursado estudios superiores

El objetivo de estos alumnos senior es mantenerse activos intelectualmente y estudiar aquello que siempre les había interesado y no habían tenido tiempo de aprender. Casi ninguno fue a la Universidad (sólo el 5,8% de la población española mayor de 55 años ha alcanzado este nivel de estudios, según el Instituto Nacional de Estadística).

Estos programas de mayores, con una duración media de tres años, tienen unas características muy especiales. Para empezar, no se exige formación previa y su estructura difiere bastante de los programas de cualquier carrera universitaria. Aunque los profesores que imparten las clases pertenecen a la Universidad, no hay facultades que ofrezcan licenciaturas o diplomaturas, sino que cada centro cuenta con su propio plan de enseñanza, con sus asignaturas troncales, obligatorias y optativas. Pero casi todos ellos contemplan materias similares, como historia, arte, geografía, literatura, filosofía, nuevas tecnologías, nutrición, sociología, idiomas, ecología o economía. Al acabar, aunque los alumnos obtienen un diploma, éste no supone un certificado de estudios.

Aun así, los responsables de estos programas pretenden que en un futuro las personas que hayan cursado estos cursos puedan acceder directamente a alguna carrera universitaria (equivalente al ingreso para mayores de 25 años).

El incremento de la esperanza de vida (en España, 82,7 años en las mujeres y 75,5 en los hombres) es la principal razón por la cual las universidades se animaron a impartir estas clases. El profesor de Sociología de la Universidad de Granada Mariano Sánchez lo explica: 'Hasta hace poco la educación para estas personas iba dirigida a aquellas con carencias para integrarse en la vida laboral y social. Ahora, en cambio, hay una avalancha de mayores con otro tipo de demandas, con otras trayectorias y motivaciones'. Casi siete millones de personas tiene más de 60 años. Y en poco tiempo, una cuarta parte de la población superará esta edad.

Los expertos coinciden en señalar que la experiencia acumulada les convierte en unos alumnos peculiares. 'Si la educación consistiera en rellenar la mente de los estudiantes hasta un determinado nivel, con los mayores no funciona así. Porque estas personas llegan al aula con una experiencia vital enorme y a partir de ésta hacen un esfuerzo por aprender lo que les parece más significativo', cuenta Sánchez. Así, el catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Complutense, Antonio Monclús, añade: 'Hay que romper una lanza hacia esta gente. Se tiende a decir que se necesitan caras jóvenes. Pero los mayores también tienen una función importante. Por el hecho de tener más edad, no significa estar anulados'.

Estudiantes universitarios del programa para mayores de la Carlos III.
Estudiantes universitarios del programa para mayores de la Carlos III.BERNARDO PÉREZ

Diferentes contenidos y requisitos

La existencia de los programas universitarios para mayores es todavía reciente, se remonta a los años noventa. De ahí que aún no exista un modelo marco de cuáles deben ser los requisitos para que un curso destinado a estas personas pueda llamarse 'universitario'. Tanto los contenidos como la metodología y la evaluación difiere entre unos centros y otros. Así, según una encuesta del Imserso, sólo la mitad evalúa a sus alumnos de una u otra manera, mientras que la otra mitad no hace ningún tipo de examen. Las condiciones de acceso de estos programas tampoco son las mismas. A pesar de que casi todos exigen que su alumnado esté en situación laboral no activa, en algunas admiten a personas que todavía trabajan. Casi todos los programas van destinados a personas mayores de 55 años, pero hay excepciones, como la de la Universidad de La Laguna (Tenerife), que admite a estudiantes a partir de los 50, o la de la Autónoma de Madrid, que requiere que sus alumnos hayan cumplido los 60. En cuanto a la duración de los programas, también hay diferencias. En la Universidad Complutense de Madrid, por ejemplo, se prolongan durante tres años; el de Almería, cuatro años, y el de Cádiz, hasta cinco. El coste de la matrícula asciende como media a entre 10.000 y 20.000 pesetas en las universidades públicas y hasta 80.000 en las privadas. También los objetivos de los cursos son distintos. Sin excepción, todos señalan que quieren difundir la cultura entre los más mayores, pero algunos, como la Autónoma de Madrid, pretende también 'potenciar estilos de vida saludable', y la de Alcalá de Henares, 'la convivencia de dos generaciones en el aula'.

Un amplio potencial de aprendizaje

Con la edad, las personas mayores pierden una serie de aspectos cognitivos, especialmente aquellos que están más relacionados con el tiempo (tanto de reacción ante un estímulo como de ejecución), según los expertos. Sin embargo, esto no significa que no puedan seguir ampliando sus conocimientos. Así lo señala la directora del programa de Gerontología en la Universidad Autónoma de Madrid, Rocío Fernandez Ballesteros, quien apunta que 'la evidencia empírica pone de manifisto que las personas de cualquier edad tienen un amplio potencial de aprendizaje' y que 'no requieren una enseñanza especial, ya que cualquier profesor debe adecuarse a sus alumnos'. Aun así, algunos expertos apuestan por un aprendizaje específico, al margen de cómo lo hacen los niños en la escuela. 'Es más fácil que una persona aprenda geografía o historia si atendemos a sus preguntas. Desde un proceso dialógico, comunicativo, donde ellos aporten lo que saben y a partir de ahí se les enseñe. El aprendizaje no sólo depende del profesor, sino de la propia experiencia de los estudiantes, y eso hay que tenerlo en cuenta', añade Florentino Sanz, experto en educación de las personas mayores. Algo en lo que también coincide la directora del Aula de Mayores de la Universidad de Cádiz, Cristina Verastegui, al apuntar que 'la capacidad de recepción de una persona mayor es distinta a la de un joven, de ahí que haya que repetirles más los conceptos y ponerles muchos más ejemplos prácticos'.

Formación permanente

La psicóloga y directora del

máster

en gerontología y atención a la tercera edad de la UNED, Soledad Ballesteros, señala que una persona se deteriora más o menos en función del nivel de educación que haya adquirido a lo largo de su vida. 'Por eso es tan importante una formación permanente', explica. Y añade que 'la memoria también se deteriora con la edad, por eso es conveniente que se entrenen con ejercicios memorísticos, de imaginación y atención'. Las ventajas de mantener la mente ocupada son múltiples, según los expertos. Así, Verastegui, que es también médico, constata que sus alumnos 'dicen sentirse mejor de salud' desde que asisten a clase. La razón esmuy sencilla: 'Tienen un compromiso todos los días de arreglarse, de salir a la calle. No disponen de tiempo de estar pendientes de ellos mismos, de compadecerse', añade.

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