'Las guerras son una acumulación de conflictos personales'
La noche del martes fue de doble celebración para el escritor Pedro Ugarte (Bilbao, 1963). Cumplió años y recibió en una fiesta organizada en el Casino de Madrid el premio NH al mejor libro inédito, por Guerras privadas, una colección de siete relatos, que fue elegida entre 3.000 obras presentadas al certamen. Consiguió llevarse los 18.031 euros (tres millones de pesetas) del galardón. El reconocimiento de los premios literarios no es una novedad en el currículo de Ugarte: su primer libro, Los cuerpos de las nadadoras, fue finalista del Herralde en 1996 y premio Euskadi un año más tarde.
Pregunta. ¿Qué supone un premio más en su trayectoria literaria?
Respuesta. En estos trabajos especialmente solitarios una confirmación externa es siempre bienvenida; incluso, necesaria. Psicológicamente, un premio es muy importante, tan importante como al principio.
P. ¿Tienen estos siete relatos relación con su obra anterior?
R. Son relatos narrados en primera persona y con una vinculación muy directa con la realidad, que sigue siendo norma. En este libro hay un esfuerzo, que no creo que sea estrictamente necesario, de trabajar más con los finales inesperados. Ha sido una intención deliberada en este caso, aunque no es imprescindible para escribir un buen cuento.
P. ¿Por el camino del suspense?
R. No, no hay un estilo policiaco.
P. Después de ver en el cine El cuerpo de las nadadoras, ¿se ha visto tentado con jugar con narraciones más cinematográficas?
R. No lo he relacionado directamente, pero sí era consciente de que me estaban saliendo relatos con un desenlace menos tradicional, menos esperado por el lector. En un relato breve, que se lee en poco tiempo, siempre hay un juego entre el escritor y el lector: el escritor trata de decir algo y el lector intenta descubrir si el escritor ha imaginado más allá de donde él puede imaginar. Es un duelo.
P. ¿Las guerra privadas que dan título a la obra premiada están tan presentes en la realidad como las guerras públicas?
R. Las guerras privadas a las que me refiero en el libro están en la familia, en el trabajo, en el sexo. Pero igual existe una relación entre estas guerra que yo llamo privadas y las públicas. Las guerras son, posiblemente, una acumulación de conflictos personales, de guerras privadas en muchas personas que se van sumando.
P. ¿Qué tipo de bombas se arrojan en estas guerras privadas?
R. Normalmente, psicológicas, bombas abstractas.
P. ¿Lo que ahora se llama mobbing, acoso moral?
R. Claro. Son ataques de caracter psicológico, pero no por eso dejan de ser muy crueles.
P. El premio incluye que su obra sea libro de la mesita de noche de todas las habitaciones de la cadena de hoteles que lo entrega.
R. Sí, están ahí para que se los lleven los clientes.
P. Y más de 18.000 euros. ¿Cuesta mucho ganarlos a un escritor si no es con un premio?
R. No lo sé. No sé lo que ganan los escritores profesionales. Pero lo que se puede ganar en un premio literario es antieconómico: los cuentos de este libro están escritos entre 1994 y 2000. Es cierto que llega para unas sopas de sobre, pero salvo excepciones como el Planeta, no es muy rentable. Lo más importante de un premio siempre es el reconocimiento. A los autores nos interesa más que la dotación económica, pero hay que ser un hipócrita para decir que no te agrada el dinero.
P. Usted avanza ya hacia los 40 años. ¿Piensa seguir presentándose a premios o va a dejar pista libre a autores más jóvenes para que se den a conocer?
R. ¿En qué momento hay que parar? En el sindicato de escritores no nos hemos puesto todavía de acuerdo acerca de cuándo lo debemos dejar colectivamente. Yo no me he movido por los premios en el mundo editorial, he volado solo desde que escribí la primera línea, nunca he tenido la sensación de haber sido un escritor tutelado. Y en diez años sólo me he presentado a dos premios, en uno llegue a finalista y el otro lo he ganado. El único premio público que he consegido por mis libros ha sido el Euskadi. Es un dato objetivo.
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