Algo raro

Atraco a las tres fue una película española que dio mucha risa. Estaba en la línea de los pobrecillos explotados en una España pobretona que se decidían a dar un atraco y no sabían cómo: aunque con final feliz. Mucho de aquel cine también pobretón, ingenioso a la manera en que podía, puede conservarse como un museo de los malos años y quizá como algo que el cine mayor no podía alcanzar, o no quería. El director Forqué siempre quiso ir a más de lo que se podía: nunca fue un conformista.

Es una idea rara que aquella película reaparezca ahora en forma de teatro (quizá animado por el éxito de El verdugo; pero ése es otro cine); sin embargo, la tuvo Esteve Ferrer al leer el guión, y le produjo un entusiasmo de carácter casi patológico -lo digo por su nota al programa, tan exaltada y conmovedora- que estoy muy lejos de compartir.

No así una mayoría considerable del público que ocupaba la sala del Centro Cultural de la Villa de Madrid el sábado pasado, público que sobre todo a partir de la segunda parte reía muy a gusto. Una bondad natural. Y el esfuerzo de tantos buenos actores como se prestan a esta comedia y merecen un éxito largo. Muchos son, además de admirados, queridos, y se debe citar en primer lugar a Manolo Alexandre, que fue también actor en la película original. El día del estreno, me dijeron, la compañía y el publico de invitados le dedicaron un homenaje especial, al que se puede uno sumar sin ninguna reserva; no por este papel, sino por todos los de su vida, grandes o pequeños, a los que ha hecho siempre valiosos y originales.