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'Tuve que pedir un crédito para poder reparar mi coche'

'El motor de mi coche quedó destrozado por el agua. La póliza de seguro que yo tenía suscrita sólo me cubría los daños causados a terceros, pero no los propios. Así que tuve que pedir un crédito a un banco para poder pagar la reparación, que duró ocho meses', recuerda ahora Fernando Javier Peláez, de 30 años, que conserva aún el vehículo que sufrió los efectos de la tromba caída en la M-30 el 16 de mayo de 1998.

'Soy representante comercial de una empresa de ropa-papel desechable y mi coche es para mí como una herramienta de trabajo. Tuve que recurrir durante ese tiempo a mi familia y a mi novia para que me cedieran sus automóviles y así poder seguir trabajando'. A trancas y barrancas consiguió sacar adelante su empleo, teniendo en cuenta, además, que vive en un pueblo de la sierra madrileña.

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El abogado de la compañía aseguradora aconsejó a Peláez que presentara una demanda contra el Ministerio de Fomento si conseguía recopilar suficiente documentación que demostrase que este organismo gubernamental tenía responsabilidad en el accidente. Tuvo suerte: 'La Policía Municipal me dijo que una patrulla había hecho un atestado sobre lo ocurrido aquel día. Me dieron una copia y la aportamos a la demanda, aunque yo la daba por perdida', admite el afectado.

Ese informe policial ha sido fundamental para que la Audiencia Nacional condenase a Fomento, como la magistrada Margarita Robles hace constar en la sentencia de la que ha sido ponente. Tras considerar que el vehículo del demandante sufrió los daños a causa de 'la rotura de colectores y alcantarillas y el levantamiento del pavimento', los jueces consideran 'obvio' que no cabe sino condenar a Fomento por 'la omisión en el debido mantenimiento de una vía de circulación tan importante como la citada M-30'. Una vía en la que, sin embargo, suelen formarse grandes y peligrosas bolsas de agua cada vez que llueve con cierta intensidad.

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