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Crónica:FÚTBOL | 19ª Jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Tenerife devalúa al Athletic

El equipo rojiblanco sucumbe al desgaste del equipo insular y a sus propios fallos defensivos

El Athletic corre el riesgo de convertirse en una anécdota. Uno de esos equipos que animan las quinielas, porque ganan fuera y pierden en casa, aunque sus dosis de previsibilidad atenuan su capacidad de sorpresa. No hay que darle demasiadas vueltas a su doble personalidad: todo se reduce a la actitud del equipo contrario. En San Mamés los rivales se cierran, presionan como posesos y le obligan a pensar al Athletic por encima de sus posibilidades. En conclusión, se atasca. Por ello, Urzaiz bordea el constipado, por falta de actividad, y los problemas crecen en defensa. En cambio, fuera de casa, con el campo abierto, el Athletic encuentra la pausa que reclama para hacer efectiva su fe. Como no se trata de un equipo listo, necesita que le den tiempo para recitar la lección que le ha enseñado Heynckes. Cuando lo tiene, es implacable; cuando no lo tiene, se pierde en la montonera de los equipos mediocres.

ATHLETIC 1| TENERIFE 2

Athletic: Lafuente; Javi González, Lacruz, Murillo, Larrazabal; J. Etxeberria, Orbaiz (Carlos García, m. 62), Alkiza, Yeste (Tiko, m. 57); Guerrero y Urzaiz (Ezquerro, m. 62). Tenerife: Aragoneses; Manel, Charcos, Lussenhoff, Bermudo; Ocaña, Bino, Martí, Iván Ania (Alexis, m. 92); Marioni (Pier, m. 86) y Fuertes (Hildago, m. 80). Goles: 0-1. M. 72. Fuertes clava en la escuadra un libre directo. 0-2. M. 73. Larrazabal en su intento de cesión descola a su portero para que Marioni marce a puerta vacía. 1-2. M. 79. Guerrero marca, cayéndose, en el área pequeña. Árbitro: Turienzo. Amonestó a Lacruz y Larrazabal, en el Athletic, y a Bermudo, Ocaña y Marioni, en el Tenerife. Unos 33.000 espectadores en San Mamés.

Y el Tenerife no le dió ni tiempo, ni respiro. No es el equipo insular un conjunto tocado por la gracia de Dios, pero ayer aparentaba ser el resultado de una conjura sudorosa. El Tenerife sabe que cada gol le sale a millón (sólo había conseguido dos tantos a domicilio), así que en tales condiciones sólo resta correr y sufrir como si te persigue un ciclón. Y a fe que lo hizo.

Jugando sin aliento y sin aspavientos, presionando al portero y al delantero centro, consiguió poco a poco llevar el partido a su terreno. Daba igual que Bermudo fuera un coladero o que Marioni pareciera el enemigo del gol, porque a cambio conseguía meter al Athletic en ese túnel habitual en San Mamés que lo convierte en un equipo vulgar que hace lo que todo el mundo adivina que va a hacer. Sólo Yeste rompió el guión en la primera mitad. En el minuto 40 falló el gol de su vida tras un pase magistral de Guerrero y una asistencia matemática de Etxeberria. San Mamés ya tenía, desde entonces, su víctima propiciatoria. Poco le importaba que un cuarto de hora antes, Fuertes hubiera rematado al poste o que el Tenerife igualase al Athletic en llegadas a la portería.

El equipo bilbaíno ha cambiado muchas cosas con Heynckes, pero algunas permanecen inalterables en su fisonomía. Una de ellas es que necesita jugar una velocidad por encima de su oponente para evitar la presión e imponer su ritmo.

En eso también le ganó el Tenerife, más inquieto, más dispuesto, aunque negado, como siempre, de cara al gol, hasta que llegó Fuertes y maró un tanto antológico. O hasta que llegó Larrazabal y descolocó a Lafuente en un despeje absurdo para que Marioni marcara a puerta vacía.

No estaba el Athletic para remontadas, por más que marcara Guerrero, con tiempo para empatar. Ni estaba Heynckes ayer demasiado despierto en los cambios, cuando retiró a Urzaiz, malgastó la opción de Urrutia para destascar el medio campo y prefirió a Carlos García que acabó haciendo de Urzaiz, con el resultado consabido. Demasiada confusión. Demasiada ventaja a un Tenerife que sin enseñar nada atractivo se llevó con justicia un partido a base de sudor, puntería y de un regalo que celebró como si en ello le fuera la Copa del Mundo.

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