¿Cuál es el mío?
Miles de sevillanos cumplen con la tradición de llevar a sus hijos a la cabalgata de los Reyes Magos
'Papá, papá ¿cuál es el mío?' Esta frase comenzó a oirse nada más salir la Estrella de la Ilusión, la primera de las 30 carrozas que ayer tarde y hasta bien entrada la noche recorrieron las calles de Sevilla. Eran las 17.30 horas y en la Avenida de Eritaña, lugar de partida de la cabalgata de los Reyes Magos, miles de sevillanos se agolpaban en busca en un trozo de acera en el que poder instalar a la familia para contemplar sin demasiadas apreturas la salida de la caravana real.
Enmedio de esa multitud de impacientes ilusionados, Blanca, de cuatro años, y su prima Adela, de tres, se esforzaban por mantener el equilibrio sobre los hombros de sus respectivos padres, que tampoco lo tenían fácil, pues se veían en la obligación de salvaguardar la integridad física de sus retoños del impacto de la nube de caramelos, mantecados y piruletas que en aluvión llovían desde las carrozas.
'¿Es ése, es ése?', le preguntaba a su madre un chaval de no más de cinco años a la salida de la primera de sus majestades de Oriente, el rey Melchor, encarnado por el peridodista Iñaki Gabilondo. 'No, que el tuyo es Baltasar', contestaba paciente la madre mientras buscaba un bolsillo libre en el que depositar los caramelos que, no sin apuros, le iba proporcionando su pareja.
'Este año están tirando muchos más caramelos', comentaba sorprendida una abuela por el edulcorado derroche al que estaba asistiendo junto a sus nietos. Una percepción del todo cierta, pues ayer estaba previsto que durante las más de seis horas de recorrido la cabalgata repartiera más de 60.000 kilos de caramelos. Sin embargo, tal ingente cantidad de chucherías parecía no ser suficiente para los padres que trataban de abrirse hueco en la primera fila, justo a los pies de las carrozas. Bolsas de plástico, paragüas boca abajo y hasta el gorro del niño eran utilizados por los más avezados para hacerse con un abultado botín mientras se desgañitaban para llamar la atención de los ocupantes de las distintas carrozas.
'Este no es Iñaki, es el empresario', discutían los padres de Blanca y Adela al paso del rey Gaspar, encarnado por Gonzalo de Madariaga, quien andaba más ocupado de mantener la barba en su sitio que de repartir caramelos. Tarea a la que sí se entregó con fuerza y ganas la piragüista sevillana Beatriz Manchón, quien desde lo alto de la carroza conmemorativa del Mundial de Piragüismo Sevilla 2002 empleó sus bíceps como si de remos se trataran para tranquilidad de los asistentes más alejados de la zona de tiro de las carrozas.
'Allí sale. Éste sí es el tuyo', tranquilizaba a Blanca su madre cuando el rey Baltasar, bajo cuyo betún se encontraba el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, hizo su aparición. Eran las 18.30 horas y a la cabalgata aún tenía por delante más de cinco horas para responder la ilusión que se reflejaba en miles de rostros infantiles con los ojos como platos.
Latas, chacinas y vuelo en ala delta
La tradición no está reñida con la innovación. Así se demostró ayer en muchas de las cabalgatas que se celebraron por Andalucía, donde los toques de originalidad hicieron aún más atractivas las caravanas de carrozas que anticipan la llegada de la noche más ilusionante del año, al menos para los más pequeños de la casa. Y es que los Reyes Magos ya no sólo se limitan a pasear en sus carrozas por las principales calles de los pueblos y ciudades repartiendo caramelos y saludos, sino que tratan de poner una nota de color al recorrido oficial de la cabalgata. Sirva como ejemplo la nutritiva iniciativa que ha adoptado el pueblo sevillano de Villanueva del Ariscal, donde los Reyes Magos repartieron ayer tarde 100 kilos de chacinas envasadas al vacío en unos 5.000 pequeños paquetes de jamón, lomo, chorizo, queso y salchichón, junto con su correspondiente bolsa de picos de pan, además de juguetes, balones y caramelos. En otros sitios como Algeciras y Almería, los tres Magos de Oriente escogieron la vía marítima para llegar a su cita con los niños de la ciudad. Tras un trayecto en ferry, Melchor, Gaspar y Baltasar desembarcaron en el puerto, donde les aguardaba una bulliciosa multitud de críos y no tan críos para darles la bienvenida. Un recibimiento que en el caso de Algeciras fue de lo más estruendoso. Más de 2.000 niños aguardaron la llegada de la comitiva real pertrechados con cerca de tres millares de latas que, como es tradición en este municipio gaditano, enlazaron en largas cordadas para arrastrarlas desde una plaza céntrica hasta la zona del Llano Amarillo. Y si en estos dos lugares costeros fue el mar la vía de llegada, en Jaén los tres reyes optaron por dejar abrevando a sus camellos y, al más puro estilo de Papa Noel, sobrevolar la ciudad en ala delta tras culminar el recorrido de la cabalgata. Más sobria y trabajosa fue la cabalgata viviente que se realizó en el pueblo sevillano de Guillena. Más de 200 actores, que permanecen inmóviles durante las tres horas que dura el trayecto, representaron varios episodios bíblicos, representación que culminó con una escenificación del Nacimiento en la iglesia del pueblo.
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