'Los tebeos están ahora en peligro de desaparición'
No vive en la 13 Rue del Percebe, pero el azar ha intervenido para que Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) tenga su residencia en una calle llamada Angulema, la ciudad donde se celebra el festival dedicado al cómic más importante de Europa. Su paciencia y enorme afición a leer tebeos le han empujado, fuera de sus horarios como catedrático de Literatura Francesa en el campus universitario de Vitoria, a relatar en un libro sobre la historia del género en nuestro país. La España del tebeo: la historieta española de 1940 a 2000 (Espasa) ha llegado estos días a las librerías.
La obra recuerda desde los personajes más célebres y clásicos, como Zipi y Zape, Carpanta, Mortadelo y Filemón o El capitán Trueno, hasta los más modernos, como Torpedo o Herminio Bolaextra, entre otros. También se incluyen algunas de sus anécdotas y frases más contundentes, además de las claves para entenderlos mejor dentro de su época.
'En su apogeo, llegaron a ponerse en circulación seis millones de ejemplares en España'
Como si los elementos técnicos se hubieran confabulado y quisieran ponerse a la altura del escenario cómico de los tebeos, ni una sola palabra de esta entrevista logra grabarse. El problema se solventa, pero al retomarse la charla la grabadora vuelve a rebelarse y emite un molesto y agudo pitido irresoluble. La conversación acaba martilleada. De tebeo.
Pese a todo, Antonio Altarriba logra demostrar que los tebeos son un asunto muy serio. Así lo atestiguan los datos que ha recogido en su trabajo, de un incuestionable rigor científico: 'Aunque las fuentes son a veces confusas, ha podido saberse que en la época de mayor apogeo llegaron a ponerse en circulación seis millones de tebeos en España en un solo mes'. A esto se podría añadir otro cálculo arrollador realizado por algunas editoriales: 'Cada ejemplar lo leían aproximadamente veinte personas'. Las estadísticas cifran normalmente en cuatro el número de lectores de un periódico. Podría parecer un dato exagerado, pero por algo la Real Academia admitió hace tiempo la expresión 'estar más visto que el tebeo'.
Hubo fenómenos de masas, como el capitán Trueno, que permanecieron en la cúspide durante más de seis años y 'difícilmente los han superado series de televisión actuales'. El legado del género a unas cuantas generaciones de españoles es mayor de lo que parece, aunque no siempre se le ha reconocido. 'Llegaron a tener más incidencia que la radio o la televisión', sostiene el escritor, que sólo para realizar su trabajo ha necesitado consultar más de 3.000 cómics, más los miles que había leído y almacenado en décadas.
El tebeo ha evolucionado. 'Durante el franquismo se dividió claramente en tres estilos: la historieta de humor, la sentimental y la de aventuras', continúa Altarriba. 'Sin buscarlo deliberadamente, reflejaban el espíritu de su sociedad'.
Con el tiempo, todo evolucionó. Mortadelo pasó de sacar los disfraces de un bombín a ser capaz de cambiar de aspecto instantáneamente. El ejemplo de Carpanta también es diferente. 'Surgió en los años cuarenta y era una figura bastante real. Lo de pasar hambre y alucinar por un pollo asado era una obsesión bastante generalizada. En los sesenta, en cambio, es un personaje cómico, un tanto exótico'.
Con la transición democrática, 'el tebeo se derrumbó'. ¿Por qué? Altarriba aporta las causas. Una, el poder de la televisión. Otra, 'el rechazo hacia los contenidos excesivamente triunfantes, porque se identifican con el fascismo'. De aquella época sólo sobreviven Zipi y Zape (con otros autores) y Mortadelo y Filemón.
Tras el franquismo, hubo un cambio de imagen. Al tebeo pasaron a denominarlo cómic, dándole un envoltorio de madurez. Aparecieron publicaciones como El Víbora, Tótem, Cairo, Rambla,... 'Llevarlos bajo el brazo daba un toque de modernidad', recuerda el autor. Cambiaron también los personajes. Del oficinista oscuro atrapado por una familia consumista y un jefe tirano (Don Pío), las solteronas Hermanas Gilda, la chacha llegada a la ciudad desde el mundo rural (Petra), el pelota Cecilio Chivátez,... a otros más marginales y provocadores. 'Torpedo es un asesino a sueldo. Anarcoma es un travestí o, como lo define su autor [el dibujante Nazario], una maricona con tetas'.
El tebeo, sin embargo, ha perdido su empuje. 'Los agoreros entonan un triste réquiem', se apunta en el libro. Lo cierto es que el género está agonizando, 'casi en peligro de desaparición'. Altarriba quiere reivindicar que las historietas no son un género menor. 'Siempre ha parecido que había una incompatibilidad entre literatura seria y tebeos. Recordemos esa imagen del niño con una enciclopedia sobre el pupitre y, por debajo, un tebeo. A veces te ganabas un cachete por leer uno'. Pero insiste: 'El tebeo fomenta la vocación lectora'. Otra cosa es imitar a sus protagonistas.
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