Música entre dos mundos
La excusa del centenario sirve para recordar a uno de los músicos más destacados de la generación de la República, o del 27, que vivió un exilio forzado y, tras una breve estancia en Francia y Bélgica, se embarcó hacia Buenos Aires en 1940 para nunca regresar.
'Los músicos sin genio no pueden permitirse el lujo de ser aburridos', dijo en cierta ocasión el compositor. Lo que está fuera de dudas es que su música no es en absoluto aburrida. Así lo demostró la mezzosoprano Marta Knörr, acompañada desde el piano por Aurelio Viribay, en un recorrido que, partiendo del tango Ay, palomita y de dos canciones con textos de Martínez Sierra (muy sutil la versión del Villancico de las madres que tienen a sus hijos en brazos), nos llevó hasta las contemplativas canciones integradas en La flauta de jade, sobre unos poemas chinos traducidos al francés, o hasta las más comprometidas Tres ciudades, de 1938, sobre textos de García Lorca, en el espíritu del Poema del cante jondo. El equilibrio entre los aspectos impresionistas, simbolistas o los evocadoramente nacionalistas surgía de la naturalidad de una interpretación muy sujeta a la sustancia última de los textos. En la suite Colores para piano solo, o en la Fantasía española, para clarinete y piano, los mecanismos de la memoria se ponían al servicio del reconocimiento artístico. Las magníficas notas al programa de Jorge de Persia complementaban una iniciativa de alto valor cultural.
Centenario de Julián Bautista
Canciones con Marta Knörr y Aurelio Viribay. Obras para piano solo, o clarinete y piano, con Manuel Ariza y Enrique Pérez Piquer. Centro Cultural Conde Duque, 17 de diciembre.
Babelia
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