_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Magdalena

El ministro Cristóbal Montoro opina que las cajas de ahorro en Andalucía están excesivamente politizadas. Es seguro que el ministro no se refiere a la forma en la que el PP ha peleado para que la solución al conflicto planteado por la negativa a cumplir la Ley de los ya ex presidentes de las cajas de ahorro de Sevilla fuera distinta de la que ha resultado. Seguro que no se refería a los intentos del PP, hasta última hora, para conseguir que los dos 'ex' siguieran estando donde estaban, aun en contra de la Ley. Todos los partidos, y desde luego el PP, de manera incluso preocupante al convertir en categoría la oscura anécdota del falso espionaje al ex presidente de la Caja San Fernando, han estado en la batalla. Y no es ni bueno ni malo, sino fruto de su legitimidad para estar presentes en los órganos de gobierno de las cajas. Otra cosa es la forma en que ha estado cada cual. Ha sido curioso contemplar el espectáculo de muchos que, estando de lleno en la pelea política, han pretendido, al mismo tiempo, deslegitimizar ese privilegio de representación en las entidades financieras, que lo es de manera impecablemente democrática por la simple circunstancia de que las cajas de ahorros son entidades públicas; es decir, dependientes del poder político democrático que las tiene que controlar para que intereses ajenos a los objetivos fundamentalmente sociales que tienen intervengan en su funcionamiento.

La 'batalla de las cajas' ha finalizado y ha vencido la razón, es decir, la Ley, la obligación de que sea cumplida, ni más ni menos. Y en este momento, tras los largos, a veces agónicos meses, en los que una mujer luchó, incluso contra muchos de su propio partido, por conseguir que las cosas no fueran contra la Ley, debe estar, sencillamente, tranquila. Tiene también derecho a estar contenta, no por haber ganado, sino por haber conseguido que ganara la legalidad. Por haber conseguido que lo que ella veía y a lo que muchos se negaban haya ido resultando evidente, y el tiempo y el desarrollo de los acontecimientos le hayan ido dando la razón. Esa mujer que tuvo momentos de verdadera soledad política, que es una de las más duras soledades, es, como todo el mundo sabe, la consejera de Economía de la Junta de Andalucía, Magdalena Álvarez. Todo un carácter.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_