Sin luz, aislados y a merced del frío
Tomas Miquel, de 61 años, de Santa Margarida de Montbui (Barcelona), ya no aguantó ni un minuto más. Cuarenta horas esperando noticias de Fecsa o la presencia de un mosso o de un guardia civil o una máquina quitanieves eran demasiado.
Ayer al mediodía, puso las cadenas a su automóvil y desafió los 60 centímetros de nieve que se acumulaban alrededor de su casa para ir a buscar a sus hijas, Isabel, de 33 años, y Carmen, de 31; a su yerno Joan, también de 31, y a sus nietos, Laura, de ocho, y Arnau, de dos, que estaban sin agua y sin luz desde el viernes por la noche en el barrio de Mas Vivencs, de La Pobla de Claramunt, de mil habitantes, a seis kilómetros de Igualada. La situación era especialmente tensa en las casas nuevas de aquella zona, donde residen unos 300 vecinos, que quedó cercada por la nieve desde la tarde del viernes. La oferta que Fecsa les hizo en verano, que garantizaba todos los suministros, resultó una trampa: la corriente desapareció y con ella la calefacción y el agua, que funciona con bombas eléctricas. Los cinco se cobijaron en casa de un vecino que tiene chimenea y resistieron gracias a los termos de agua que el hostal del pueblo, que tiene gas butano, suministró a los afectados para poder al menos tomar café y dar leche en polvo a los niños.
Ayer por la mañana, la situación se agravó cuando el teléfono dejó de funcionar y Arnau, el más pequeño, empezó a tener las manos heladas y a no resistir más el frío. 'Lo peor han sido los nervios y la angustia. Sólo el ayuntamiento se ha portado bien. Era casi imposible contactar con la compañía eléctrica', explica Isabel. 'Y, como mucho, cuando lo conseguíamos, nos atendía una operadora que decía que La Pobla no estaba afectada. Queremos demandarles por daños y perjuicios'. Fecsa restableció el suministro en Mas Vivencs en la tarde de ayer.
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