Maldini y Paraguay, tal para cual
El nuevo seleccionador paraguayo, de 69 años, es un fiel seguidor del 'catenaccio'
Paisano y discípulo declarado de Rocco Nereo, el padre del catenaccio, Cesare Maldini (Trieste, 5 de febrero de 1932) es alto y esquinado, como recién salido de un cuadro de El Greco, y un técnico conservador que ha aceptado dirigir a Paraguay, precisamente una selección de gran capacidad defensiva con la que España se enfrentará el 7 de junio en el Mundial de Corea y Japón. 'Para nuestras características, un entrenador italiano es perfecto', certifica el estrafalario portero Chilavert, que se perderá por sanción, por su escupitajo a Roberto Carlos, los dos primeros partidos del torneo.
'Nosotros, los Maldini, no vivimos del pasado', proclama Cesare respecto a su dilatadísima trayectoria y la de su hijo, Paolo, aun en activo en el Milan y uno de los mejores defensas de la historia. El viejo Maldini es una institución en su país, en el que su leve tartamudeo ha sido caricaturizado con éxito por el cómico Eo Teocoli. Una imitación que no le gusta ni un pelo a una persona considerada mayoritariamente amable y espontánea. Su estancia en el Milan, el pasado curso, en sustitución de Alberto Zaccheroni, apaciguó el enrarecido ambiente del vestuario. Ahora ejercía de ojeador del club.
Como jugador, Maldini fue un defensa libero o central un tanto narcisista y propenso a las pifias, adjetivadas como maldinadas. Fue el primer capitán del Milan que alzó una Copa de Europa, en 1963. Pero como técnico, en cambio, ha seguido un camino distinto. Casi siempre ha estado ligado a la selección. Primero, como segundo de Enzo Bearzot en el Mundial de España 82 y en el de México 86. Siempre exagerando la faceta defensiva, conquistó tres Campeonatos de Europa con la sub 21 y vivió una aventura breve, un año y medio, como máximo responsable de la absoluta en un momento delicado: cuando Arrigo Sacchi la abandonó. Un penalti fallado por Di Biagio en los cuartos de final del Mundial de Francia 98 fue su final.
Ahora, con la clasificación para el nuevo Mundial en el bolsillo, Paraguay, 14ª en el escalafón de la FIFA, despidió al uruguayo Sergio Markarián tras un humillante 0-4 ante Colombia. Después no pudo seducir a Carlos Bianchi, del Boca Juniors. Así que ha terminado apostando por Maldini, que se frota las manos ante un grupo de futbolistas de su gusto: con oficio: Acuña, Gamarra, Ayala, Arce, Santa Cruz... Entre experiencia y juventud, siempre optó por la primera, como le enseñó el maestro Bearzot
'Nosotros, los Maldini, siempre miramos hacia adelante. Del pasado se encarga mi mujer, que guarda los recortes de lo mejor que hayamos hecho mi hijo y yo', insiste Cesare. Y el futuro es ese Paraguay que en la cita anterior echó a la cuneta a España, obligó a Francia a disputar una prórroga en los octavos de final y jugó a la italiana, a la manera de su admirado Nereo.
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