El Sevilla desquicia al Alavés
Los albiazules pierden la paciencia y el liderato ante la picardía de su rival
Ni el frío de Mendizorroza acongoja a los visitantes ni el Alavés es tan irreductible. El Sevilla acudió ayer a Vitoria para desmoronar mitos. Perfiló un partido horrible, lleno de interrupciones, con un ritmo mortecino y ahogando con inteligencia las vías de escape del ya ex líder. Consiguió lo que quería. Incluso más. Durante todo el partido se esforzó en aparentar que su única intención era salircon el mismo resultado que empezó. Y se marchó con más.
Su picardía, directamente vinculada con la expulsión de Téllez, además de la frivolidad de Witschge, dieron el plus que necesitaba el equipo de Joaquín Caparrós para desmontar la jornada festiva preparada por el Alavés. Había empezado con la inauguración de su nueva ciudad deportiva, la asistencia de las más altas instancias del fútbol español y terminó desquiciado, sin liderato y despertado de golpe de su sueño de dos semanas como líder de Primera.
ALAVÉS 0| SEVILLA 1
Alavés: Herrera; Kanu, Coloccini, Téllez, Llorens; Turiel (Ibon Begoña, m. 53), Pablo; Astudillo, Jordi, Magno (Wit-schge, m. 83); y Rubén Navarro. Sevilla: Notario; Njegus, Javi Navarro, Pablo Alfaro, David; Gallardo (Alfonso, m. 90), Casquero, Francisco, Tomás; Moisés (Prieto, m. 96), Reyes (Víctor Salas, m. 63). Gol: 0-1. M. 84. Witschge pierde el balón al intentar un taconazo, Gallardo lo recupera, se detiene junto al área y cede a Casquero, cuyo tiro golpea en un defensa antes de llegar a la red. Árbitro: Alfonso Pino. Amonestó a Herrera, Njegus, Pablo Alfaro, Javi Navarro, Tomás, Francisco y Víctor Salas. Expulsó con roja directa a Téllez (m. 67) por un codazo a Víctor Salas. 14.756 espectadores en Mendizorroza, además de mil niños que entraron gratis por dar juguetes para Camerún.
El partido, sin embargo, no fue totalmente plano. El Alavés tuvo un primer cuarto de hora interesante. Pablo dirigía desde el centro, Jordi hilaba en la media punta y Rubén Navarro se movía más que nunca. El Sevilla entró en una peligrosa dinámica. Su virtud consistió en verlo y actuar, sin esperar con los brazos cruzados a que escampara. Acorraló a Pablo y con ello mermó la alegría del juego. La tarde entró en una fase oscura de la que ya nunca salió, con constantes interrupciones y jugadores sevillistas por los suelos. Witschge, recién ingresado en el campo, puso el broche: perdió el balón en un intento de taconazo y puso en bandeja la victoria del Sevilla.
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