Llega la 'ropa inteligente'
La industria investiga fibras que controlan la salud y transmiten información
Un grupo de científicos se reunió hace unos días en Lyón, a invitación del Instituto Francés del Textil y la Indumentaria, para hablar de moda. Pero de moda a su manera, poniendo el acento en la calidad de los tejidos, en la posibilidad de crear nuevos materiales para nuevas funciones. El punto de partida, para resumir, es que las camisetas del futuro sean biocomunicantes.
El adjetivo sugiere que la ropa, además de cubrirnos, calentarnos e identificarnos, puede ser también captor, soporte y vehículo de información. De pronto los chalecos ajustados al cuerpo ya no revelarán únicamente si hacemos o no gimnasia, si seguimos o no un régimen adecuado, si merecemos o no figurar en el catálogo de ciudadanos sanos, sino también las pulsaciones de nuestro corazón, la presión sanguínea o el cómo respiramos.
Científicos italianos preparan un jersey capaz de medir la tensión y trazar un electrocardiograma
La camiseta, los calzoncillos, el sujetador o los jerséis del futuro estarán tejidos de fibras con gran capacidad para registrar y transmitir datos, fibras derivadas de aquel ya venerable piezoeléctrico que servía para suplir las cerillas a la hora de encender los fogones y que dejaba de funcionar a las pocas semanas. Los sabios le han encontrado a la piezoelectricidad descubierta por Pierre Curie una mejor utilidad que la de hacernos añorar el pedernal. De pronto todo el mundo podrá saber qué efecto le causa a nuestro organismo cruzarse con Julia Roberts o Brad Pitt, correr cien metros o escuchar la música favorita. El efecto será visible, la ropa podrá cambiar de color, en una pantalla incorporada a la propia camiseta se inscribirán los registros delatores. Nadie podrá llamarse a engaño.
De momento muchos prototipos transforman a quien los lleva en una suerte de personaje de figuras informes y que tiene un radio de movimiento limitado, pendiente siempre de los cables que revelan sus verdades íntimas. Si confiamos en lo que el profesor Danilo Rossi ha confesado a Le Monde no será por mucho tiempo porque 'somos capaces de fabricar captores para electrocardiograma sólo con fibras', es decir, capaces de servirnos de fibras conductoras o semiconductoras para saber todo cuanto acontece en el hombre máquina. De momento ya está en el mercado un chaleco, creado por la firma norteamericana Vivometrics, repleto de sensores que controla permanentemente aspectos tan esenciales como la frecuencia respiratoria o el ritmo cardiaco. En la Universidad de Pisa, los investigadores que dirige el profesor Rossi han diseñado un jersey médico, tejido con fibras conductoras y semiconductoras, que permite medir la presión arterial e incluso trazar un electrocardiograma.
Desde otra perspectiva, la ropa también puede ser un soporte para la alta tecnología. France Télécom ha presentado recientemente diversos prototipos, entre ellos un echarpe multimedia con pantalla táctil y una miniwebcam, un blusón con teléfono incorporado y una especie de sudadera con varias pantallas.
Al mismo tiempo la ropa inteligente se transformará para adaptarse a nuestras necesidades. Ante un movimiento brusco, la codera flexible se rigidificará para protegernos de un eventual golpe. La aplicación de nuevas tecnologías a la indumentaria deportiva no deja de sorprendernos diariamente. La Universidad australiana de Wollongong está investigando sobre un sujetador especialmente dirigido a mujeres deportistas que modificará su rigidez, mediante un microprocesador, según la intensidad de los movimientos. A nadie se le escapa que esta revolución llegará también a la ropa de hogar: alfombras, cortinas, etcétera.
Los militares no quedan al margen. Según Le Monde, el responsable de investigación de la firma Thuasne comentó en Lyón que su compañía está probando ropas que al detectar gas, en un hipotético combate, cerrarían automáticamente su permeabilidad al aire al tiempo que transmitirían la posición del soldado y el estado en que se encuentra por si resultara necesaria su evacuación.
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